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40.2 gaudí ha muerto. actualidad en la red


viernes 11 de julio de 1926
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UNA GRAN PÉRDIDA
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GAUDÍ HA MUERTO
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El artista maravilloso del templo de la Sagrada Família ha dejado de existir. ¿Y cómo? De la manera más vulgar: víctima de un accidente de tranvía. Al recoger su cuerpo magullado de mitad del arroyo, había perdido el conocimiento. Nadie pudo sospechar que el atropellado fuese el arquitecto más grande de nuestros tiempos. ¡Bah! Uno más. Pasaron varios automóviles y sus conductores, egoistas o inconscientes, no se dignaron a prestar auxilio misericordioso a aquel anciano que en medio de un grupo de curiosos transeúntes exhalaba ayes de dolor. No se le había reconocido. Podía morir sin ser identificado. Fue preciso que la caridad oficial le trasladase en una humilde camilla a la sala de traumáticos del hospital de la Santa Cruz y que transcurriesen algunas horas, hasta que sus amigos, los guardianes de su gran obra, echasen de menos su presencia a la hora habitual de recogerse, para que de averiguación en averiguación diesen con él y restableciesen su personalidad. Después, sus admiradores, la ciudad toda, ha estado pendiente de la curación del herido. Sanará, nos decíamos a todas horas; es preciso que sane. Su vida nos es necesaria, y, además, tiene derecho a ver terminadas las cúpulas de la nueva catedral... Desgraciadamente no ha sido así. Los médicos que le asistían, menos optimistas que nosotros, desde el primer momento vieron que el caso era grave. Don Antonio Gaudí tenía fracturadas tres costillas, sufría congestión cerebral, el funcionamiento del corazón era defectuoso, el estómago rechazaba los alimentos... Una tremenda desgracia. Luego, un ataque de uremia. Y al final, la muerte.
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¡Pobre don Antonio! Con cuánta tristeza escribimos su nombre y con qué dificultad coordinamos las ideas, anonadados por la pena que nos embarga, al ver cómo desaparecen de entre nosotros los hombres representativos de una generación que por su talento creador han merecido el respeto de sus conciudadanos y por sus obras tienen bien ganada la gloria eterna...
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Antonio Gaudí Cornet había nacido en Reus el día 26 de junio de 1852. Hijo de un modesto artesano, en el taller de calderero en cobre de su padre, se despertó quizá la afición de hierros forjados. Fue amigo y compañero del poeta Bartrina, y profesó ideas exaltadas, de las que muy pronto abjuró para practicar con devoción y fe los preceptos de nuestra santa madre la Iglesia católica, apostólica y romana.
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Estudió la carrera de arquitecto en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, y fue tan grande su aprovechamiento, que sus profesores, antes de poseer el título profesional, no dudaron en confiarle la ejecución de una parte de la cascada monumental del Parque y verja que circunda aquellos jardines. También colaboró en la construcción del camarín de la Virgen de Montserrat, ambas obras según los planos de los arquitectos señores Fontseré y Villar (...).
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La construcción de la casa del señor Milá, que el vulgo ha dado en llamar la "pedrera", mereció también las cuchufletas de algunos llamados intelectuales. Un poeta catalán compuso una serie de aleluyas comentando una falsa salida de tono del arquitecto. Y cuando más vivos eran los comentarios en las peñas literarias de la ciudad, un día se encontraron en un tranvía el señor Gaudí y el poeta. Don Antonio se apresuró a pagarle el billete. Quedó aquel un poco avergonzado, y al tratar de excusarse y agradecer la atención...

-Nada hombre -le atajó Gaudí-: es el precio de las aleluyas.
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[del ejemplar de la época, en:
Imagen: edificio La Pedrera]

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