los años más felices
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La relación de Mario Vargas Llosa con Barcelona empieza en 1959, cuando "un grupo de médicos aficionados a la literatura" otorga el premio Leopoldo Alas a su primer libro de relatos, Los jefes. El autor, muy joven, llevaba ya algunos meses residiendo en Madrid; en el jurado que lo concedió figuraban también el narrador Esteban Padrós de Palacio y el poeta Enrique Badosa. "Y desde entonces", confiesa el nuevo Nobel, "mi suerte quedó ligada al mundo editorial catalán".
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Fueron sobre todo dos figuras en ese mundo sus grandes patrocinadores iniciales. Carlos Barral, desde la editorial Seix Barral, que apoyó con su premio Biblioteca Breve en 1963 la primera novela del peruano, La ciudad y los perros, en el considerado momento inicial del boom, y le publicó sus libros siguientes. La agente Carmen Balcells, casi en los inicios de su carrera, prácticamente le obligó a instalarse en la ciudad.
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"A fines de los años sesenta -ha escrito Vargas Llosa- yo enseñaba literatura en el King's College de la Universidad de Londres. Ella súbitamente desembarcó en mi casa y me ordenó 'Renuncia a tus clases de inmediato. Tienes que dedicarte sólo a escribir'". El autor, su mujer Patricia y sus dos hijos mayores acataron el dictamen y volaron hacia El Prat.
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"Nunca me he arrepentido de ello porque los cinco años que viví en la Ciudad Condal fueron los más felices de mi vida. Años de nuevas amistades, de entusiasmos literarios y políticos, de grandes ilusiones, de compartir lo que parecía ser una inminente revolución cultural y social, de la gran modernización de las costumbres, las ideas, los valores y las letras de España, un proceso que comenzó por Barcelona y al que esta ciudad di0, en los setenta, su mayor dinamismo", ha escrito.
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[Sergio Vila-Sanjuán, LA VANGUARDIA, 8 de octubre de 2010.
Imagen en: http://www.20minutos.es/]
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Vocabulario:
acatar -> obedecer, aceptar voluntariamente una norma o autoridad.
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