vacuna viene de vaca
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A un italiano no le sorprendería, porque lo mismo bebe latte vaccino (leche de vaca) que se pone un vaccino (vacuna) contra la gripe. Lo de las vacas viene del final del siglo XVIII, cuando el médico inglés Edward Jenner comprobó que no era una falsa creencia de los campesinos el que las mujeres que ordeñaban se libraban de la viruela. Era una enfermedad muy temida que causaba epidemias, pero la viruela de las vacas era más benigna y si se transmitía a los humanos los inmunizaba frente a la otra, la devastadora. Del nombre científico latino variola vaccina (viruela de las vacas) se formaron los derivados ingleses vaccine, vaccinate (vacuna, vacunar), términos médicos que huelen a establo.
A un italiano no le sorprendería, porque lo mismo bebe latte vaccino (leche de vaca) que se pone un vaccino (vacuna) contra la gripe. Lo de las vacas viene del final del siglo XVIII, cuando el médico inglés Edward Jenner comprobó que no era una falsa creencia de los campesinos el que las mujeres que ordeñaban se libraban de la viruela. Era una enfermedad muy temida que causaba epidemias, pero la viruela de las vacas era más benigna y si se transmitía a los humanos los inmunizaba frente a la otra, la devastadora. Del nombre científico latino variola vaccina (viruela de las vacas) se formaron los derivados ingleses vaccine, vaccinate (vacuna, vacunar), términos médicos que huelen a establo.
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Una epidemia terrible fue la gripe de 1918. Mató unos cuarenta millones de personas en todo el mundo, muchas más que la guerra, que entonces desangraba al mundo. Lo curioso es que aquella gripe se inició y propagó en Estados Unidos, pero se le llamó española porque, al ser un país no beligerante, la prensa española informaba sobre la epidemia sin la censura militar que amordazaba la prensa europea y la americana. Entonces, el galicismo gripe era ya muy extendido. En francés, grippe cambió varias veces de significado, pues, antes de referirse a la enfermedad infecciosa, equivalía a capricho, fantasía repentina. La gripe también es repentina como un acceso, un ataque. Por cierto, en el catalán popular es frecuente oir esa palabra en masculino: el grip.
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En el lenguaje médico internacional, la gripe se conoce como influenza, un italianismo que saltó a más de medio mundo desde 1743, cuando Italia padeció una epidemia de gripe o influenza. Llegó al castellano (influenza), al catalán (influença) y al inglés (influenza o, más breve, flu). Influenza es un recuerdo del latín medieval influentia, un término astrológico que asociaba la mala salud a conjunciones astrales desfavorables.
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Desfavorable del todo es el aire que provoca la malaria. No es el aire, sino la picadura del mosquito anofeles, dirán ustedes. Es cierto, pero el nombre de la enfermedad, llamada también paludismo, es otra voz italiana, esta vez compuesta de mala y aria, que literamente significa aire malo. Lo malo está presente también en una palabra fundamental, la que designa al enfermo en diversas lenguas románicas. Del latín tardío male habitus (estar mal, encontrarse mal), proceden malato o ammalato (italiano), malalt (catalán), malaut (occitano), malade (francés). Y, respectivamente, los sustantivos malattia, malaltia, malautiá, maladie.
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[Ramon Solsona, LA VANGUARDIA, 14 de agosto de 2010.
Imagen en: http://www.fayerwayer.com/]
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