miércoles

50.3 alimentarse. actualidad en la prensa


alimentarse
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Cuántos consejos leemos en medios de comunicación y también oímos en programas de radio y vemos en televisión sobre la necesidad de alimentarse bien. Me parece bien, el cuerpo es el cuerpo y hay que cuidarlo, pero eso que nos habita a lo que podemos llamar alma o espíritu o ser ¿cómo se alimenta? De vez en cuando en algún medio de comunicación surge algún artículo sobre ello; a decir verdad, la contraportada de este diario sí habla de ello a menudo y es de agradecer, pero en general, no hay una dedicación escrita o hablada equivalente a la dedicada al cuerpo.
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Y en cambio, en nuestra sociedad occidental, crecen las depresiones, los miedos, los temores, la inseguridad y el desafecto sin que ello implique mayor dedicación de los medios, no ya como elementos terapéuticos sino como alimento del alma. Y ¿cómo y de qué se alimenta el alma?
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Recuerdo unas horas en un bosque de pinos, sin otro rumor que el paso del viento por las leves hojas, como un susurro. Fue como un diálogo de silencio entre la naturaleza y yo misma formando parte de ella. Otro lenguaje, un intercambio de energía que no requería de palabras.
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En las ciudades el ruido es constante e inevitable por el ir y venir de la gente; no obstante, en algún rincón de alguna plaza, bajo algún árbol, es posible encontrar un momento de silencio personal, sin nadie a quién dirigirse ni nada que contar, sólo estar. También la arquitectura de los templos románicos es una muestra física de ese entorno pacífico y silencioso, lo más parecido al claustro materno un espacio que cobija; estar unos momentos en uno de ellos suele ser también otro reencuentro con uno mismo, sin exigencias.
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Algunas personas sabias, como Lao Tse, Buda o Sócrates a través de Platón nos han legado palabras llenas de sentido, palabras sencillas que reconocen la naturaleza humana en toda su complejidad. Hay que hallar tiempo para ellas si una quiere saber alguna cosa que importe.
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No saber adónde vamos ni de dónde venimos es la fuente de la angustia existencial, otro problema inevitable, pero enterarse de lo que han pensado sobre ello esos y otros seres humanos sabios nos ayuda a diferenciar lo importante de lo superfluo, y a encarar la vida tal como se nos presenta como lo que es, un gran privilegio.
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[Remei Margarit, LA VANGUARDIA, 30 de mayo de 2009.
Imagen: El interrogador (1986),
acrícilico sobre tela de Germán Gargano, en: http://chiltepe54.blogspot.com/]

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