Michelle Bachellet recuerda que, "a pesar de ser mujer", gobierna Chile, un país donde el machismo está enraizado en la sociedad
"palabra de mujer"
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¿Alguien se imagina a la vicepresidenta española hablando del papel de la mujer en la sociedad después de cada Consejo de Ministros? ¿O a la canciller alemana lanzar proclamas feministas en sus discursos? Algo así ocurre en Chile y Argentina, donde sus presidentas hacen constante bandera del hecho de ser mujeres.
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Sin embargo, esa instrumentalización del feminismo tiene lecturas divergentes. Argentina aventaja a la mayoría de los países de la región en igualitarismo entre hombres y mujeres. La mandataria, Cristina Fernández, no ganó las elecciones por ser mujer, sino por ser esposa del anterior presidente. Tras año y medio, Fernández tiene un bajo índice de popularidad y frecuentemente insiste en que los ataques que recibe son mayores sólo por ser mujer.
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En cambio, Chile es un país donde el machismo está enraizado en la sociedad, pero paradójicamente la presidenta Michelle Bachelet ganó las elecciones del 2006, en buena parte, gracias a ser mujer, aunque ella repita que lo logró "a pesar de ser mujer". Bachelet también incluye en la mayoría de sus alocuciones referencias a su feminidad. "Palabra de mujer", remarcó Bachelet ya en su primer discurso como presidenta. El factor género fue un eje destacado durante la campaña. La mandataria cumplió con la paridad ministerial y estableció la igualdad de sexos como prioridad de su Gobierno.
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A menos de un año de finalizar su mandato, la popularidad de Bachelet es amplia -ronda el 70%- y se puede decir que su positivo discurso de género le ha permitido capear mejor algunas graves crisis de su gestión. No obstante, las medidas a favor de la igualdad entre hombres y mujeres han sido más bien tímidas durante estos años y se ha trabajado sobre todo de grandes declaraciones de intenciones de difícil fiscalización y cumplimiento. La última obliga a que las empresas igualen los salarios de hombres y mujeres. Otras acciones, más asistenciales, pasan por la equiparación de las pensiones, las ayudas económicas por hijos o la adquisición de viviendas, y la apertura de guarderías o casas de acogida para mujeres maltratadas.
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Bachelet pasará a la historia como la primera mujer presidenta de Chile y por el papel de concienciación que ha ejercido. Pese a la instrumentalización del feminismo, Bachelet siempre ha reconocido que el problema de la discriminación de género en América Latina es una consecuencia de la diferencia de clases. "No podemos permitir que los costos de la crisis los paguen las mujeres, especialmente las mujeres pobres", dijo recientemente en la inauguración en Santiago de la 19ª cumbre global de mujeres, uno de los muchos eventos centrados en el género que se han celebrado en Chile durante el mandato de Bachelet.
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[Robert Mur, LA VANGUARDIA, 26 de mayo de 2009.
Imagen: Vaca sagrada o con hambre (2000),
técnica mixta sobre tela, de Franco Momo, en: http://www.pilotmotiv.com/]
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