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99.1 gaudí. actualidad en la prensa


Jordi y Lluís Bonet, arquitecto y sacerdote de la Sagrada Família, heredaron de su padre el amor al templo
una familia consagrada a gaudí

Las herencias arquitectónica y espiritual de Antoni Gaudí, que a la postre han movido a Benedicto XVI a aceptar la invitación de venir a Barcelona a consagrar la Sagrada Família, respiran en dos hombres que han hecho del templo gaudiniano y de su creador el alma de sus vidas. Los hermanos Jordi i Lluís Bonet i Armengol, de 85 y 79 años, están fuertemente vinculados a ese legado. Jordi, arquitecto director de las obras del templo, y Lluís, rector de la parroquia de la Sagrada Família, lo recibieron de su padre, Lluís Bonet i Garí, discípulo de Gaudí que en 1938 restauró las maquetas destruidas al inicio de la Guerra Civil y que a partir de 1954 colaboró en las obras, de las que luego sería arquitecto director.

"Nuestro padre conoció a Gaudí de joven, en torno a 1918, cuando era estudiante de arquitectura y, como otra gente de entonces, venía a verle trabajar. Gaudí era ya muy famoso", evoca el sacerdote Bonet en la cripta donde reposan los restos del genial arquitecto modernista. "Yo le había acompañado muchas veces de la Sagrada Família a Sant Felip Neri. (...) Íbamos a escucharle -había explicado Lluís Bonet i Garí a La Vanguardia en una entrevista publicada en 1983-. Íbamos a aprender no sólo arquitectura, porque posee aquel empuje del ser humano propio del hombre que admira la obra de Dios".

Cuando así hablaba, Bonet i Garí tenía 90 años y hacía tres que había dejado de ser arquitecto del templo, pero seguía yendo a diario a la Sagrada Família. "Siento en mi una voz que me empuja", decía. Lluís Bonet i Garí (Argentona, 1893 - Barcelona, 1993) sintió vocación por la arquitectura gracias a Josep Puig i Cadafalch, quien en 1898 restauró Can Garí del Cros, la masía donde nació y en la que el abuelo Pere Garí había levantado un teatro para representar, entre otras, sus propias obras. Luego, el joven Lluís se prendaría de la obra de Gaudí. "Nuestro padre le tenía devoción, pero estaba preocupado -cuenta mosén Bonet-. Se decía que Gaudí había tenido una juventud frívola, y eso a mi padre no le cuadraba; le veía un hombre piadoso y creyente, un artista con sentido del trabajo e iniciativa". Inquieto, incluso preguntó al respecto a un compañero de clase de Gaudí, de la familia Bassegoda, quien le sacó de dudas.

Cuando al inicio de la Guerra Civil grupos de exaltados prendieron fuego a la rectoría de la Sagrada Família -y con ella a los modelos en yeso dejados por Gaudí-, Bonet i Garí corrió al lugar; "arriesgó su vida", dice su hijo menor. En 1939, finalizada la contienda, se decidió proseguir las obras. Tras fallecer Domènec Sugrañes -murió desesperado creyendo que no quedaban trazas de los planos de Gaudí-, le sucedió su ayudante, Francesc Quintana, y después Puig Boada, hasta que le correspondió la tarea a Bonet i Garí, autor de algunos edificios en Barcelona como el del antiguo Banco Vitalicio (paseo de Gràcia-Gran Via).
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[Maria-Paz López, Teresa Sesé, LA VANGUARDIA, 7 de noviembre de 2010.
Imagen en: http://ca.wikipedia.org/
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