martes

99.2 el origen de las palabras. actualidad en la prensa


todos los caminos llevan a roma

Los romanos acometieron las obras públicas como una prioridad permanente. Construyeron una ambiciosa red viaria que obligó a desforestar, excavar, terraplenar, cimentar, mover cantidades ingentes de piedras para enlosar y, lo más complejo, construir puentes. Las vías romanas facilitaron los desplazamientos de los ejércitos y favorecieron el flujo de suministros entre la metrópoli y las provincias. Puentes bimilenarios siguen siendo utilizados en la actualidad y muchos caminos y carreteras mantienen el trazado de antiguas vías romanas, como las diversas carreteras nacionales que sigue la antigua Vía Augusta, que llegaba a Cádiz desde el Pirineo, y en uno de cuyos tramos se alza el arco triunfal de Berà. Por eso se dice que todos los caminos llevan a Roma, kilómetro cero de nuestra civilización durante seis siglos.

La palabra Roma está metida en algunas palabras de significado idiomático, como romance o lengua románica (evolucionada desde el latín), romanche (lengua hablada en Suiza) o rumano, que es el idioma de Rumanía (tierra de romanos). Ciertos poemas narrativos en lengua romance (es decir, no en latín) acabaron tomando este nombre, lo mismo que el francés roman, que luego adoptó el actual sentido de novela. Seguramente muchos estudiantes maldicen al arqueólogo francés Arcisse de Caumont, quien fijó otro uso de la palabra roman en 1823 como una evocación de la huella romana en la Europa medieval. Es el arte que aquí conocemos como románico. La confusión entre romano, románico y hasta romántico es la causa de brillantes errores garrafales entre los escolares.

Tots els camins porten a Roma, todos los caminos llevan a Roma, tous les chemins ménent à Rome, tutte le strade portano a Roma, Alle Wege führen nach Rom, all roads lead to Rome... Y si no, preguntando se llega a Roma. No se trata ahora de la antigua capital del imperio, sino de la sede del catolicismo, a la que acuden peregrinos de todas partes. Hay que aclarar, sin embargo, que las palabras romero y romería no se referían inicialmente a las personas que iban a Roma, sino a Tierra Santa. Un romaeus era en el oriente bizantino el seguidor de la Iglesia de Roma. La palabra se extendió después a cualquier tipo de peregrinación.

Si a Roma fueres, haz lo que vieres; quando a Roma vai, fai come vedrai; when in Rome, do as the Romans do; em Roma, sê romano... Pero ten mucho cuidado, porque en Italia ocurre lo que aquí se atribuye a Sevilla: Chi va a Roma perde la poltrona.
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[Ramon Solsona, LA VANGUARDIA, 25 de agosto de 2010.
Imagen, Arc de Berà, en: http://www.geocaching.com/]

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