de patitas en la calle
Hace unos meses, mientras esperaba en la cola del taxi de la T4 de Madrid, no pude dejar de escuchar la conversación de dos hombres que, con toda seguridad, estaban más cerca de los 40 que de los 30. Uno de ellos le contaba al otro sin rubor que seguía viviendo con los padres y que no tenía ningún interés en buscarse un apartamento. De hecho, decía, era mejor que vivir solo, pues los progenitores apenas coincidían con él por cuestión de horarios, pero además tenía siempre la despensa llena y la ropa a punto. Me miré al tipo de arriba abajo y no me pareció que fuera un colgado: vestía traje azul marino, corbata de marca y llevaba un maletín con el ordenador. No era un antisistema, pero sí un aprovechado del sistema.
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En esta línea, un juez de Trento acaba de obligar a un padre a seguir pagando la pensión alimenticia de su hija, una dama de 32 años, que lleva 14 estudiando la carrera de Filosofía. No aclaró el comprensivo magistrado si, en caso de fallecimiento del progenitor, el Estado se haría cargo de la manutención de esta seguidora de Descartes (sólo sé que no sé nada) para que antes de la menopausia pudiera tener acabados sus estudios filosóficos. Esta noticia ha llevado al ministro italiano de Administración Pública, Renato Brunetta, a impulsar una ley que obligue a los hijos de 18 años a abandonar el domicilio paterno. Con ello quiere acabar con lo que llama bamboccioni, que podría traducirse como niños mayores, que es el término con el que se conoce a los que más allá de los treinta siguen en el domicilio paterno como okupas.
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Preocupa tanto que los jueces dicten sentencias que parecen inspiradas por un desvarío como que los políticos quieran acabar organizándonos nuestras vidas. Se diría que no tienen bastante con regularnos los asuntos públicos, que están dispuestos a ordenarnos las cuestiones privadas. Pero, además, si los políticos quieren ayudar a que los hijos salgan de casa antes en favor de una mayor autonomía personal, tienen que trabajar para que haya empleo juvenil y viviendas asequibles. La edad media a la que los hijos abandonan el domicilio familiar en España se sitúa en los 34, con un repunte en el 2009 a causa de la crisis, que ha hecho regresar a muchos jóvenes a casa de los padres. No es casual que en los países escandinavos, donde la situación es bien distinta, la edad de independización sea los 20.
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La obligación de mantener a los hijos la establece la ley, pero la dicta el sentido común. Es cierto que, como en todo en la vida, hay quien abusa de esa dependencia y llega a acomodarse, como si el domicilio paterno fuera un hotel con pensión completa. Como existe quien está dispuesto a pasarse la vida estudiando Filosofía a cuenta de los padres, argumentando que Aristóteles proclamó que hay que vivir antes que filosofar.
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[Màrius Carol, LA VANGUARDIA, 20 de enero de 2010.
Imagen en: http://marygodiva.blogspot.com/]
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Vocabulario:
colgado, a -> coloquialmente, ser dependiente de alguna persona o cosa. Frustrado.
ocupa, okupa -> coloquialmente, persona que vive ilegalmente en una vivienda deshabitada. Pertenece al movimiento squatter.
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