ventarrón
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"¿Han visto ya al loco de Ventarrón?", pregunta con sorna Walter Alva. Se refiere a su propio hijo, Ignacio, de 35 años, que sigue las huellas de su padre y se ha instalado en el sitio arqueológico de ese nombre, a cuatro kilómetros del distrito de Pomalca, en la provincia de Chiclayo (Lambayeque). Ventarrón, que forma parte del complejo arqueológico de Collud-Zarpán, tiene una antigüedad certificada de 4.000 años, contemporáneo a la última etapa de Caral. Hay construcciones en adobe y hasta hace pocos años era utilizado como vertedero. Se han excavado ya tres plantas de unos 250 metros cuadrados. Ahí se encuentra el mural del Venado Cautivo, considerado hasta ahora el mural más antiguo de América y que representa a un ciervo envuelto en unas redes. La excavación fue iniciada en 2007, a cargo del arqueólogo Ignacio, Nacho, Alva. Un joven de pelo negro revuelto por el viento, serio, guapo, absolutamente entregado a su investigación. "No hay cerámica ni metalurgia, pero sí una arquitectura bastante avanzada en profunda armonía con el paisaje", apunta Nacho, en medio de una explicación detallada de todo el proyecto.
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"Yo también era pura pasión a su edad", dice de él Walter Alva. "Si no hay pasión en un arqueólogo, no hay nada. Hoy se piensa que es una profesión como otra, que hay que tener vocación. Pero en mi tiempo sólo te metías en eso si tenías una exaltación apasionada. Cuando le dije a mi padre que quería ser arqueólogo, se alarmó. 'Es como ser poeta, de eso no se vive', me replicó". Una risa franca le sacude el cuerpo.
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Los padres de Nacho son arqueólogos y él tenía 11 años cuando descubrieron el Señor de Sipán. Después de estudiar la carrera eligió Ventarrón como su lugar de trabajo e investigación, y tras una década de prospecciones se dio con la sorpresa de que era mucho más antiguo y valioso de lo que pensaba en principio. "La comprobación de la antigüedad del sitio ha sido la mayor emoción de mi vida y la mayor recompensa. Es la coronación de mis sueños. Nunca pensé que iba a encontrar algo así tan pronto en mi vida", dice. Se ha construido una sencilla casa de ladrillo al pie del cerro, se ha integrado en el pueblo. Una de las particularidades de esta nueva época de la arqueología en Perú es la estrecha vinculación con las poblaciones cercanas. El yacimiento de Ventarrón está financiado con el Fondo Contravalor de Francia, que consiste en condonar parte de la deuda externa del país a cambio de inversión en proyectos que involucren a la comunidad e impulsen su economía. Es la primera vez que se usaba este tipo de financiación. El pueblo se levantó alrededor de 1950, tiene unos 300 habitantes, 62 familias, y está en medio de unos cañaverales.
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Hasta el inicio de la excavación, su asentamiento deterioró el sitio arqueológico -usaban los adobes para construir sus casas y lo contaminaron con sus basuras-. Hoy son ellos los principales trabajadores, lo que no sólo contribuye a la economía, sino que los vincula mucho más estrechamente con el lugar. En los años noventa, Ventarrón fue profanado por huaqueros. Hoy no se les permitiría. "En el pueblo había antes mucha miseria, ladrones de ganado, delincuencia. Ahora ya casi no hay esos problemas, hay también una mayor alfabetización. Están muy involucrados con el proyecto. Muchas de las decisiones sobre el trabajo las toma la propia comunidad", explica Nacho Alva.
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"Toda huaca es potencialmente el lugar de un tesoro", continúa. "En ese sentido, Perú es el país más rico y más saqueado del mundo. Nadie ha sido condenado nunca por huaquero. Los habitantes locales lo hacen por pobreza. Si no es eso, tendrían que dedicarse a cosas peores, como el robo o el narcotráfico. Éstos son objetos que se encuentran y hasta hay una superstición que dice que es la propia huaca la que decide a quién favorecer y a quién no. No son muchos los huaqueros de esta zona y no saben bien qué es cada cosa, pero sí saben tasarlo. Se ha llegado a pagar hasta 7.500 dólares por una pieda de cerámica cupisnique [cerca de 3.000 años de antigüedad] de Collud [departamento de La Libertad, a 600 kilómetros al norte de Lima]. Todo va a parar a colecciones extranjeras".
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"Se ha derruido mucho", corrobora Walter Alva. "No hay un lugar intacto en toda la geografía peruana, con cientos de yacimientos. Pero la información sobre ellos sigue siendo un territorio virgen. Sipán ya había sido saqueado durante el tiempo de la colonia. El Estado peruano nunca había tomado parte hasta que lo requerimos para proteger el lugar. Si llegábamos dos semanas después, no hubiésemos encontrado nada. Los huaqueros habían llegado a excavar hasta sólo medio metro por encima", dice Walter Alva. "Los huaqueros han agotado los sitios más accesibles. Y han saqueado durante siglos. Los trabajos de los arqueólogos se han ido ganando la complicidad de los pobladores cercanos y ahora ya denuncian a los huaqueros. El arqueotráfico ha disminuido. Pero es más exquisito. Las piezas de escaso o mediano valor no les compensan. Pero todavía puede haber grandes sorpresas en los hallazgos futuros".
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Vocabulario:
sorna -> tono irónico con que se dice algo.
cupisnique -> cultura costeña de Perú, que se dio entre el 800 a. C. y el 200 a. C.
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