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8.4 altamira. actualidad en la red

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La Cueva de Altamira es hoy en día uno de los más sobresalientes ejemplos del arte universal, aunque su historia -la historia del reconocimiento oficial de sus pinturas- es ciertamente reciente y no ha estado exenta de polémica.
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La cueva fue descubierta de manera casual en 1879 por M. Sanz de Sautuola, en una época en la que la Ciencia oficial no admitía la existencia del Arte Paleolítico. El hallazgo dio lugar a áridas disputas en el seno de la comunidad científica durante más de 20 años, hasta que en 1902 Cartailhac publicó su Mea culpa d'un scéptique y sus representaciones parietales fueron aceptadas por los prehistoriadores franceses más reticentes.
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La cueva fue habitada durante los periodos Solutrense y Magdaleniense inferios. Tiene un recorrido complejo de 270 metros y un trazado irregular a través de varias salas, todas ellas con pinturas y grabados paleolíticos, entre los que destaca el techo de los polícromos, considerado por Breuil la Capilla Sixtina del Arte Paleolítico y donde se localizan los famosos bisontes.
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Las pinturas fueron hechas hace unos 15.000 años, y representan a bisontes, caballos, ciervas, toros, signos y máscaras zoomorfas.Las pinturas están realizadas con pinturas ocres de origen natural, de color rojo sangre y contornos en negro. En ocasiones, el artista utilizó los salientes de las paredes para dar a las figuras sensación de relieve.
En conjunto, se trata de 70 grabados realizados en la roca y cerca de 100 figuras pintadas, en las que merece la pena atender al gran realismo de las imágenes y al excelente uso de la policromía. En el vestíbulo existía un yacimiento excavado de antiguo, en el que se encontraron niveles solutrenses y magdalenienses con interesantes piezas de arte mueble.
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En definitiva, se puede afirmar que las pinturas de Altamira son el más importante logro de la Humanidad en el periodo paleolítico. Es de lamentar que las visitas incontroladas y las obras de protección que el yacimiento ha sufrido a lo largo de este siglo hayan deteriorado casi irreparablemente las pinturas, hasta el extremo de que ni siquiera el cierre de la cueva garantice, sin un estudio en profundidad que todavía no se ha hecho, la conservación del más valioso de los elementos del Patrimonio Arqueológico peninsular.
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