lunes

10.3 teletienda. actualidad en la prensa

la letra con teletienda entra
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Lo reconozco: los llamados libros mediáticos me producen alergia. Alergia típicamente primaveral, claro, si por primaveral se entiende aquella que pueda provocarme el ver que son legión los muchos primaveras que (des)aprovechan el único día que dedican al año a comprar (que no a leer) un libro cualquiera para, cual perro de Pavlov cruzado con el del hortelano, terminar decantándose única y exclusivamente por aquellos títulos que remiten, en vivo y en directo, al polvo de estrellas televisivo. Si bien es cierto que, como apuntaba (y disparaba) ayer mismo Xavier Antich en su extraordinario artículo sobre Sant Jordi, "cada libro espera a su lector", de lo que tampoco cabe duda es de que por cada libro mediático que encuentra a su potencial comprador, hay al menos un título de los otros que se queda compuesto y sin derecho a novio. Es lo que tiene la venta de humo (y rosas) al por mayor: que al final se le concede más valor sentimental a regalar un tan efímero como coyuntural libro firmado y dedicado de su puño y letra por (mis por otro lado admirados) Buenafuente, Toni Soler o Berto Romero (de Risto Mejide y otros especímenes semejantes mejor ni hablar) que al esfuerzo de intentar dar con un título que aspire a una cierta trascendencia. Será que no hay amor que cien Sant Jordis dure.
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Curiosamente, no todo libro pretendidamente televisivo tiene por qué resultar superficial, frívolo y hasta innecesario. De haberlos los hay incluso imprescindibles. Ése y no otro sería el caso del apasionado, riguroso y no por ello menos divertido Todo lo que sé lo aprendí de la tele: filosofía para el teleadicto común, de Marc Rowlands, una inteligentísima obra editada hace ya un año por Edaf que se sirve de algunas de las más famosas series de los últimos tiempos (24, Sexo en Nueva York, Los Simpsons, Seinfield, Los Soprano, Frasier, Buffy Cazavampiros o Friends) para tratar de explicarnos, de la manera más didáctica y atractiva posible, de qué modo afectan a nuestras vidas las grandes cuestiones filosóficas. Si usted es de los que prefieren seguir las andanzas del epicúreo Homer Simpson, el neoplatónico Tony Soprano o el utilitarista Jack Bauer que embarcarse en la siempre intrincada lectura de las obras completas de Aristóteles, Hume, Schopenhauer, Nietzsche o Sartre, éste es su libro de cabecera. O de sofá. Así que, busque, compare, y si aún no ha tirado el ticket de compra, cámbielo. Porque este libro sí que nos espera a todos.
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[Fernando de Felipe, en LA VANGUARDIA, 24 de abril de 2008]

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