que se mueran los feos
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Cada día se lee o se escucha una nueva jeremiada a propósito del libro de papel, que sucumbirá según los agoreros ante la bayoneta digital. Uno, sin embargo, es feliz sabiendo al fin qué libro se llevaría a una isla desierta. Sin dudarlo un ibuc (conviene castellanizar esta palabra, e-book, cuanto antes, estará con nosotros mucho tiempo), con trescientos libros dentro, más de los que tuvieron nunca las bibliotecas de Cervantes y Shakespeare juntas.
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Cuando se electrificaron las ciudades aparecieron muchos nostálgicos. Recordaron los días en los que bujías, candiles y candelabros humanizaban sus veladas. Frente a la luz eléctrica invasiva e indiscriminada que permitía a la gente caminar sin cuidado, la de los mecheros y velas, tan temblorosa y discreta, mantenía unidos a los hombres en su hospitalaria penumbra. ¿Renunciaríamos a la luz eléctrica por ello? No lo ceo, pero tampoco parece que exista una sola casa donde no se guarde una vela.
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También el tiempo tradicional quedó por entonces definitivamente roto gracias al vapor de las locomotoras, que lo multiplicó de forma exponencial. Pero una vez más los nostálgicos empezaron a añorar los días en los que no había otra distancia que la que el hombre, a pie o a caballo, recorría en una jornada, y al poco tiempo los poetas difundieron sus elegías a las diligencias, galeras y bergantines, lo que no quiere decir que cambiaron ninguno de esos transportes por el tren, el coche o el avión. Tampoco hemos olvidado caminar. El siglo XX fue, definitivamente, el de los adioses. La lista de las cosas que han desaparecido en estos cien años es infinita, y de todas más o menos se podría hacer una elegía, por lo mismo que podríamos escribir una oda a las que contribuyeron a que desaparecieran, el plástico, la baquelita, el zinc, el silicio, el nailon, el transistor, por no hablar de la penicilina, que enterró tanta superstición.
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Le gustan a uno mucho los libros, han sido y son, puede decirse, parte importante de nuestras vidas, pero sería un hipócrita si no reconociese que más de la mitad de los que tenemos en casa podrían desaparecer sin que los echásemos de menos. A veces se queda uno mirándolos y se dice con tristeza: demasiados libros para un hombre solo. Hasta hoy, y desde Gutemberg, todo lo que se quería difundir había de pasar necesariamente por las prensas. Ya no será así, y de ello nos beneficiaremos todos, empezando por los bosques. Hasta ahora el libro en papel era una fatalidad. Desde mañana el libro de papel será una conquista, sin que tenga que renunciar por ello a ninguno de sus lectores. Probablemente algunos sólo podrán ser digitales (los best sellers, las enciclopedias, los de texto) y otros seguirán en papel (los que uno ha impreso en sus modestas minervas desde hace un cuarto de siglo, por ejemplo). Una vez más, se está planteando mal esta cuestión. Lo importante no es si desaparecerá tal o cual forma de libro, sino si los que los escriben podrán o querrán seguir haciéndolo. ¿Alguien cree que van a desaparecer los poetas, los filósofos, los novelistas? Hay demasiados solitarios como para que se dejen arrebatar un sueño por el primer mercachifle tecnológico que aparezca.
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[Andrés Trapiello, Magazine LA VANGUARDIA, 11 de octubre de 2009.
Imagen: cartel de la película de próximo estreno Que se mueran los feos, en: http://www.laporteriadejorgejuan.com/]
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Vocabulario:
sucumbir -> ceder, someterse, rendirse.
agorero, a -> que predice o anuncia con poca base males o desdichas.
bayoneta -> arma blanca que se ajusta a la boca del fusil.
bayoneta -> arma blanca que se ajusta a la boca del fusil.
bujía -> vela de cera blanca o parafina.
candil -> lámpara para alumbrar de dos recipientes, uno con aceite para alimentar la mecha, y el otro con un soporte para poder enganchar o colgar.
candelabro -> candelero de dos o más brazos, que se sostiene por un pie o sujeto a la pared, que permite mantener las velas derechas.
velada -> reunión nocturna de varias personas para divertirse; fiesta musical o literaria o deportiva que se celebra por la noche.
mechero -> canutillo por donde se coloca la mecha para encender y alumbrar.
añorar -> recordar con pena, echar de menos a alguien.
elegía -> composición poética en la que se lamenta un acontecimiento, especialmente negativa, como la pérdida de una persona.
diligencia -> coche grande arrastrado por caballos destinado al transporte de personas.
galera -> embarcación de vela y remo.
bergatín -> buque de dos mástiles y velas cudradas.
adioses -> plural de adiós.
oda -> composición poética del género lírico dividida generalmente en estrofas.
baquelita -> resina sintética de gran dureza.
transistor -> dispositivo electrónico formado por un pequeño bloque de materia semiconductora, para rectificar y amplificar los impulsos eléctricos; aparato de radio.
minerva -> máquina de cortas dimensiones, movida por pedal o eléctricamente, y que sirve para imprimir prospectos, facturas, membretes y demás impresos pequeños.
mercachifle -> mercader de poca importancia.
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