gracias a 'la negra'
La muerte de Mercedes Sosa ha sacudido a toda una parcela del mundo, la de Latinoamérica. Por allá, no hay nadie que no sepa quién fue, qué cantó, a quién representó y a qué monstruos grandes plantó cara con su voz. Formó parte del aire que respiramos muchas generaciones, del desayuno y del papel pintado de las paredes. Las canciones a las que bendijo con su voz y su particular interpretación fueron y son himnos de aquellas latitudes. Gracias a la vida (Violeta Parra), Sólo le pido a Dios (León Gieco), Como la cigarra (María Elena Walsh)... Ella fue su mejor abanderada y, para el pueblo, mucho más que la bandera, porque cuando su voz ondeaba en el aire le daba sentido a la vida de los oprimidos, que para entonces eran la gran mayoría.
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Por aquí se sabe menos de ella. Llegó de la mano de "los que tuvieron que marcharse a vivir una cultura diferente" y ellos (nosotros) sembraron las semillas del cariño que se le tiene en todos los rincones del globo. Su muerte nos sacude a unos pocos por aquí, pero su nombre suena y sabe a protesta y símbolo de identidad de los países del sur, y eso es un ejemplo más de las fronteras que rompió la Negra con su grito en la voz.
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Eran tiempos peores, tiempos de dictaduras, de poderosos y desvalidos, de opresores y aplastados, de castradores y exiliados, de asesinos y desaparecidos. Sin embargo, eran tiempos de pensamiento revolucionario, de rabia acumulada y contenida, de conciencia de clase, y de amor por la poesía hecha canción como forma de llegar a las almas sedientas de libertad y esperanza.
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Hoy la palabra libertad ya no significa nada, de tantas cosas que significa. Es posible que con la calma chicha se nos haya olvidado pedirle a Dios que las cosas no nos sean indiferentes, y nos da todo igual. La canción protesta se ha ido destiñendo, en parte porque la juventud ya no la necesita para identificarse, por no tener monstruos grandes contra los que luchar, y si acaso, la prefieren a ritmo de reguetón o hip-hop.
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Lo tomamos todo descafeinado y desganado, filtrado por una censura mucho más sutil, que no corta los dedos al guitarrista ni destierra al cantautor, pero sí que atonta a las masas y las deja sin capacidad de sentir, de expresar y mucho menos, de leer. Cuando la gente que sabe pensar se muere, nos deja huérfanos de ideas y revoluciones. Nos quedamos hechos una poca cosa a primera línea del abismo, sin inspiración para vestir de palabras el sentir del pueblo. Sin ellos el pueblo no piensa. Sin ellos no hay pueblo. Cuando los que saben pensar nos dejan, el presente parece un despropósito ingobernable.
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Que alguien de los que se quedan, por favor, le escriba a la Negra los versos que se merece por haber magnificado como nadie los versos ajenos. Antes de que nos terminemos de quedar sin palabras.
Duerme, Negrita.
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[Martina Klein, LA VANGUARDIA, 10 de octubre de 2009.
Imagen: portada del disco Alta Fidelidad, 1997]
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Vocabulario:
plantar cara -> desafiar, retar; enfrentarse-a.
sacudir -> aquí, impresionar, conmocionar.
calma chicha -> estado del mar en que el aire está en completa quietud.
desteñir -> perder color, tinte.
ajeno, na -> que pertenece a otro.
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cuando ya me empiece a quedar solo
(canta Mercedes Sosa, 1935-2009)
Tendré los ojos muy lejos
y un cigarrillo en la boca,
y el pecho dentro de un hueco
y una gata medio loca.
Un escenario vacío,
un libro muerto de pena,
un dibujo destruido
y la caridad ajena.
Un televisor inútil,
eléctrica compañía,
la radio a todo volumen
y una prisión que no es mía.
Una vejez sin temores
y una vida reposada,
ventanas muy agitadas
y una cama tan inmóvil.
Y un montón de diarios apilados,
y una flor cuidando mi pasado,
y un rumor de voces que me gritan,
y un millón de manos que me aplauden...
y el fantasma tuyo,
sobre todo
cuando ya me empiece a quedar solo.
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