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120.3 desde tombuctú (y 3). actualidad en la prensa



La biblioteca andalusí se halla en una zona políticamente inestable. De hecho, dos de los mausoleos de la mezquita de Djingarey-ber han sido destruidos esta semana por los islamistas de Ansar Dine (defensores de la fe), que controlan Tombuctú desde que, en marzo, aprovechando el vacío de poder creado por el golpe de Estado en Malí, se unieron a un grupo de independentistas tuareg agrupados por el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad. Ansar Dine y sus socios de la rama magrebí de Al Qaeda lograron luego expulsar a los tuaregs y conquistar dos de las ciudades más importantes del norte de Malí: Tombuctú y Gao. En Tombuctú han impuesto la sharía (la ley islámica) y ha quedado prohibido el alcohol, el tabaco y el juego. Las mujeres ya no puede pisar la calle sin taparse.

"Hasta ahora tú podías ver al borde del río Níger a mujeres de tribus con los pechos al aire y otras tapadas hasta arriba", cuenta el exministro Pimentel. Al margen de la destrucción del patrimonio, de la que ya ha alertado la Unesco, está en peligro la convivencia pacífica de tribus y culturas muy diferentes que, hasta ahora, caracterizaba a esta zona del norte de Malí. "Es una desgracia que estén echando abajo los monumentos, pero, por ejemplo, la mezquita de Djingarey-ber, al ser de barro hay que reconstruirla casi cada año. Todo el mundo participa en la reconstrucción", cuenta el periodista José María Arenzana, amigo de Ismael Diadié y que guió una de las visitas de la Junta a Tombuctú. "Pueden derribarla y se volverá a construir. Pero lo que es imposible de reconstruir son esos pegamentos culturales", advierte.

Los equilibrios en la zona son tan frágiles que los que conocen bien la región temen que esto pueda alterarlos definitivamente. "Lo que están haciendo con estos ataques es una violación espiritual de la sociedad, intentando que pierda toda su identidad", señala Arenzana. Uno de los ataques que más impacto ha causado fuera y dentro de la región ha sido la destrucción de la histórica puerta de madera de la mezquita Sidi Yahia, del siglo XV. La tradición decía que esa puerta no se abriría hasta el fin de los días y los islamistas, al echarla abajo, han querido lanzar el mensaje de que ninguna superstición puede estar por encima de Alá.

Los ataques también han afectado a la mezquita de Sankoré, que como la puerta de Sidi Yahia y la mezquita de Djingarey-ber, es considerada patrimonio mundial por la Unesco. La de Sankoré, que es además la Universidad de Tombuctú, tenía también una importante biblioteca plagada de manuscritos, pero que ahora están en El Escorial, cuenta Arenzana. La sacó de Tombuctú el sultán de Marruecos, que por barco, fue apresado por unos piratas que se llevaron la biblioteca. Y cuando los piratas estaban de vuelta, un barco español les interceptó y se quedó con los documentos. La biblioteca los depositó en El Escorial, donde un incendio destruyó en el siglo XVII parte de los fondos. El resto se conserva y probablemente, gracias a aquellos avatares, se ha salvado ahora de los islamistas.

(Reyes Rincón, EL PAÍS, 15 de julio de 2012.
 imagen en: http://www.theatlantic.com/)

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