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118.2 happy planet index (y 2). actualidad en la prensa

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(sigue de 118.1 ) El informe también destaca que naciones con un PIB alto no necesariamente ocupan las primeras posiciones, pues sus ciudadanos no están satisfechos con su vida o su huella ecológica es elevadísima. En este sentido, Estados Unidos está en la posición 105 debido, principalmente, a una huella ecológica de 7,2 hectáreas globales/año por persona frente a Costa Rica o Vietnam, con 2,5 y 1,4 respectivamente. Obviamente, y en líneas generales, cuanto más desarrollado está un país, más elevada es su huella ecológica, un factor que tener en cuenta al analizar qué naciones ocupan los primeros puestos.

Saamah Abdallah también remarca respecto a Estados Unidos "una esperanza de vida de 78,5 años, inferior a la de Costa Rica (79,3) o Cuba (79,1), un incremento de la desigualdad y un descenso del bienestar subjetivo debido a la pérdida de relaciones sociales y al descenso del sentido de comunidad".

El IPF, que reivindica el hacerse un hueco como indicador de progreso, pone de manifiesto que "todavía no vivimos en un planeta feliz", puesto que no hay ningún país que alcance buenos resultados en los tres parámetros analizados. Sólo nueve países se acercan a lo que la NEF denomina sustainable well-being o bienestar sostenible, que se alcanza obteniendo un mínimo de 6,2 en satisfacción vital, una esperanza de vida superior a los 75 años y una huella ecológica inferior a 1,78 hectáreas globales por persona y año.

"Una de las conclusiones es la poca eficiencia en el uso de los recursos, utilizamos muchos y en cambio conseguimos niveles de felicidad modestos o bajos", considera Aniol Esteban, responsable de economía ambiental de la NEF. El último IPF y también el Programa de las Naciones Unidas por el Desarrollo (PNUD) colocan a Costa Rica en la cabeza del pelotón de la felicidad a pesar de que es un país que todavía tiene muchas asignaturas por aprobar y en el que, en los últimos años, ha aumentado el índice de criminalidad.

Pero la conexión que tienen los ticos con la naturaleza, su apego a la tierra, actúa como bálsamo. Una poderosa red de apoyo familiar también contribuye a que hagan suya la tesis de que más PIB no equivale necesariamente a más felicidad.

Esta tesis es la que defienden desde hace años economistas como el Nobel Joseph Stiglitz, instituciones de todo el mundo y países como Bután, el primero que incluyó en su agenda la necesidad de evaluar el grado de bienestar de sus habitantes.

Reino Unido, Francia, la ONU e incluso la OCDE, que  ya ha elaborado su Better Life Index, asumen que hay que incorporar otros parámetros, complementarios al PIB, que evalúen cuestiones cada vez más relevantes para las sociedades desarrolladas, como el valor de la naturaleza y las emisiones de gases de efecto invernadero, la igualdad o el tiempo destinado al trabajo y al ocio.

(Rosa M. Bosch, LA VANGUARDIA, 18 de junio de 2012

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