viernes

87.2 intrusos. actualidad en la prensa

desbarajuste
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Había puesto mi piso en alquiler, pensando en ir a vivir a otro sitio, quizás. Aunque esto lo deduje al entrar en casa y encontrarme dentro a tres personas con sus muebles, sus objetos y sus ropas. Se trataba de un vecino del barrio y dos amigas suyas a quienes, al parecer, yo misma había entregado las llaves para que vieran el inmueble. Pero no pensaba que fueran a mudarse sin avisar y conmigo dentro. Me pillaba todo un poco a trasmano. No es agradable entrar tranquilamente en tu casa con la compra y encontrarte a otras personas instaladas en ella, rodeadas de su montaña de bártulos, leyendo una revista en tu salón o friendo un huevo en tu cocina.
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Se lo hice saber, no demasiado alterada, incluso algo tímida, esbozando una sonrisa mientras trataba de avanzar por el pasillo entre aquella aglomeración de muebles y veía cómo mi pequeña gata se las apañaba para andar por el techo. Todo estaba por duplicado, detrás de su sofá asomaba mi sofá, detrás de su lavadora la mía, los libros amontonados en las estanterías, unas sillas encima de las otras. En definitiva, mis cosas, bastante debilitadas y medio sumergidas, estaban tapadas por las suyas. Tal era la acumulación de bártulos, que la escasez de visibilidad nos dificultaba vernos las caras. De hecho, las dos chicas no parecían haberse percatado de mi presencia, ocupadas en trajinar por ahí, sorteando muebles.
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Perdonad, es que no he tenido tiempo de encontrar un sitio para llevar mis cosas, debéis de estar bastante incómodos, les decía levantando la voz, andando por encima de un sillón, como si fuera yo quien tuviese que dar explicaciones por haber cometido alguna clase de error de cálculo. De momento nos hemos ido apañando, contestaba el vecino invasor, abriéndose paso entre dos cómodas, un poco sofocado por la presión de la madera en las mejillas. No va a ser fácil encontrar un camión de mudanzas en fin de semana, ni indicarles a los señores las cosas que se tienen que llevar y las que no, con este desbarajuste, dije. ¿Cómo es posible que me disculpe y no esté enfadada?, alcanzaba a pensar con alguna zona de mi mente, o lo que fuera aquello que me hacía articular ideas resbaladizas mientras reptaba por debajo de una mesa en búsqueda de mi dormitorio. Una persona normal los echaría inmediatamente de aquí, rumiaba intentando apartar un piano, ¿por qué yo no?
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Verás que las camas se han comido casi todo el espacio de los dormitorios, me decía él, atrapado entre los percheros, sacando la cabeza por debajo de mi abrigo. Al entrar en mi cuarto, empecé a tomar conciencia de la inseguridad de mi situación. Mis cosas estaban perdidas entre las suyas, mezcladas en un desorden desconocido. Mis cosas forman parte de mi persona, cada una de ellas es un pedazo de mi cuerpo, un trozo de una idea, un momento de algo mío. Añoré el desorden familiar de mis medias, mis libros, mis cajas, mis trastos. Me agarré con ansia a la manga de un jersey que asomaba en un revoltijo de ropa creyendo que era mío, pero era suyo. Dos televisores repetían la imagen de una familia agazapada en el tejado de una casa sumergida en las aguas que se desbordan en algún punto del planeta. Fue lo último que vi, en plena perturbación, dudando si echarme a llorar.
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Oí el golpe de una contraventana que se había soltado por el viento. Es un sueño, alcancé a pensar con el ánimo entumecido. Y creo que aún volví a sumergirme en él, porque mi pequeña gata me observaba agarrada a una lámpara, temerosa de bajar a tierra. Hasta que los golpes de la contraventana me acabaron de despertar, y el roce de las sábanas me devolvió la piel y el sosiego que produce la realidad después de viajar por una existencia impropia. Al abrir la ventana, el viento me despeinó; feroz, se coló por las mangas de mi camisón y lo infló como un paracaídas que me vino que ni pintado.
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[Clara Sanchís Mira, LA VANGUARDIA, 12 de marzo de 2010]
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Vocabulario:
desbarajuste -> desorden, confusión, caos.
trasmano -> fuera del alcance de la mano.
bártulos -> enseres, trastos, pertenencias.
apañarse -> poner solución o remedio a un asunto de forma precaria. Arreglárselas.
sumergido, a -> de sumergir -meter algo debajo del agua o de otro líquido-, oculto, escondido.
trajinar -> llevar cosas de un lugar a otro.
agazapar -> agacharse, encogiendo el cuerpo contra la tierra, como hace el gazapo (conejo pequeño).
venir (algo) que ni pintado -> expresión que hace referencia a algo que viene bien, según la circunstancia, que es apropiado. Ajustado, muy a propósito. Este vestido te queda que ni pintado (te queda muy bien).

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