la ruta que viene de europa
casi el 80% de los peregrinos que realizan el Camino de Santiago se estrenan con el itinerario francés, monumental, complejo y con un paisaje que muta cada día
¿Se puede tener mil doscientos años de edad y morir de éxito? Si nos atenemos a lo que se ve cada verano en pequeños pueblos perdidos de la llanura palentina o en aldeas sumisas entre las carballeiras gallegas, la respuesta es sí. Una riada de caminantes y ciclistas inundan localidades desconocidas y de nombres tan curiosos como Terradillos de Templarios o El Burgo Ranero. En un pueblo de los montes de León llamado Rabanal hay cuatro albergues de peregrinos, tres hoteles y una casa rural. Otro que está abandonado y completamente derruido hasta hace poco, Foncebadón, cuenta ahora con tres albergues, un hostal y un restaurante medieval muy afamado entre los romeros. ¿Dónde está el milagro?
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El milagro se llama Camino Francés, la más transitada y conocida ruta xacobea desde la alta Edad Media. Y el que mejor documenta el auge, el tremendo auge, habría que decir, de las peregrinaciones a Compostela en la era moderna. El Camino de Santiago se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos para media humanidad, si nos atenemos a la estadística de procedencia nacional que llevan en la oficina del peregrino del Arzobispado de Compostela: brasileños, alemanes, coreanos, canadienses, estadounidenses, eslovenos, japoneses, chilenos... La ONU con mochila y bordón. La edad es también variopinta: desde quinceañeros a jubilados. No hay límite de raza, sexo, edad o religión: el Camino de Santiago es un fenómeno que atrapa a todo tipo de personas. Y el 79% de ellas elige para esta primera experiencia vital el Camino Francés, el clásico, el que entra por los Pirineos a través del paso de Ibañeta y la colegiata de Roncesvalles (o por el Somport, en su variante aragonesa) y tras descender la ladera sur, siguiendo el curso del río Arga, entra en Pamplona por el puente de la Magdalena y la puerta de las murallas que da al barrio de la Navarrería. Que, por otro lado, no es mala forma de entrar en una gran ciudad, lugares por lo general inhóspitos para el peregrino: su mundo son las soledades y soliloquios de la naturaleza rampante que le envuelve, más que los polígonos industriales y las vías rápidas de cuatro carriles o autopistas.
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carballeira -> en Galicia, robledales, donde la especie dominante es el carballo (quercus robur).
romero, a -> peregrino, el que va en romería.
xacobeo, a -> jacobeo, perteneciente o relativo a Santiago apóstol.
bordón -> bastón o palo más alto que la estatura de un hombre, con una punta de hierro.
variopinto, a -> que ofrece diversidad de colores o de aspecto (pinta).
inhóspito, a -> dicho de un lugar, incómodo, poco grato, agradable, inseguro,. Inhospitalario.
soliloquio -> reflexión a solas en voz alta.
rampante -> ascendente, creciente.
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Ese escenario natural que acompasa la traza xacobea es precisamente una de las razones del éxito del Camino Francés. Los esfuerzos hechos por diversas administraciones desde el Xacobeo de 1999 por sacar la ruta del asfalto, construyendo andaderos en paralelo a las nacionales o trazando sendas por lugares alejados del bullicio urbano e industrial, hacen de la peregrinación por esta ruta una lección a cielo abierto de geografía por el norte peninsular. Tras los pliegues pirenaicos navarros, con bosques autóctonos tan soberbios como los de Erro o los del río Arga, por ejemplo, llegan las suaves ondulaciones de La Rioja. Aquí el decorado se convierte en una deliciosa campiña de vides y cereal sobre la que despuntan pueblos cargados de arte e historia, como Bájera, la misma Logroño, o Santo Domingo de la Calzada, el pueblo del santo ingeniero y benefactor de los Caminos, donde una gallina cantó después de asada.
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(...) el tránsito del Camino Francés por Galicia es una sucesión de sendas embarradas, aldeas minúsculas y lugares silenciosos, casi siempre solitarios, que contrastan en extremo con la geografía humana vista días atrás en la ancha Castilla. Explorada así, a golpe de sandalia, con la cadencia perfecta que da el caminar, Galicia es más que nunca una realidad aparte que ya sólo existe en esta esquina de la península. Un microcosmos de tradiciones, de corredoiras, de carballeiras, de santas compañas, de prados mullidos y sillares de granito de O Porriño comidos por el verdín del tiempo y la humedad. Ya no hay pueblos grandes: el urbanismo es un sinfín de casas diseminadas, sin principio ni final; nadie sabe dónde acaba una aldea y dónde comienza una parroquia, dónde empieza un concello y dónde acaba un lugar. Galicia es la tierra donde no se ve un palmo de la tierra original. Todo está cultivado, usado, colonizado. Aunque luego camines por las aldeas silenciosas y parezca que sus habitantes han desaparecido. De las muchas satisfacciones que otorga el santo Apóstol a quienes deciden ir a visitarlo en una peregrinación clásica, la de descubrir esta Galicia intimista que nunca podría conocer si se viajara en coche es la mejor de todas.
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andadero -> dicho de un sitio o de un terreno, fácilmente transitable a pie.
bullicio -> ruido y rumor que causa una multitud. Alboroto.
campiña -> espacio grande, extenso, de tierra llana dedicado al cultivo.
senda -> cualquier camino pequeño, estrecho.
embarrado, a -> lleno de barro.
corredoira ->del gallego, camino de carro, estrecho y profundo.
compaña -> compañía (aquí santa compaña, hace quizás referencia a la compañía del santo Apóstol).
mullido, a -> blando.
sillar -> piedra labrada que forma parte la una construcción de sillería.
concello -> del gallego, concejo; ayuntamiento, municipio.
minucia (párrafo siguiente) -> menudencia, cortedad, cosa de poco valor; pequeñez.
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El peregrino del Camino Francés llega así, 750 kilómetros y 30 días después de empezar en Roncesvalles, a Santiago de Compostela. Y la ciudad, crecida como una cebolla de piedra en torno al sepulcro del Apóstol, no le decepciona. "Compostela se hace en torno a la campana", decía Torrente Ballester. Y la campana inunda aún la ciudad de tonos de bronce, y la piedra de las iglesias, los conventos y los palacios, animada por ese tañer interminable, destila la humedad y la nostalgia de una ciudad sumida en la niebla. Sus pasos seguirán la misma ruta que siguieron millones de pasos desde antiguo (el callejero de Santiago no ha cambiado mucho en los últimos siglos): Porta do Camiño, Casas Reis, praza de Cervantes, Acibechería, Vía Sacra, praza da Quintana y ¡por fin!, el Obradoiro. La fachada más monumental de Galicia. La plaza y la iglesia hechas para demostrar al mundo que, gracias a los supuestos huesos de un santo, esta esquina del Finis Terrae era y seguiría siendo uno de los ejes de la Cristiandad. El clero gallego nunca se anduvo con minucias.
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[Paco Nadal, Traveler (Condé Nast), nº 59, 2010.