sábado

32.5 cambio de año. actualidad en la prensa


cambio de año
*
La transición de un año a otro conlleva ciertas costumbres y rituales que se repiten a lo largo de nuestra vida. Refelxionando sobre el año que acaba, lo diseccionamos y recordamos lo que ha dado de sí. El 2008 ya es historia, historia reciente, pero historia al fin y al cabo, por eso ya le hemos puesto etiquetas. Siempre será el año de la crisis, el año de la victoria de Obama,m el de la reelección de Zapatero, el año del AVE, el de la Expo, el año del accidente de Barajas, el del Oscar de Bardem, el año de Nadal y la Davis, el de los Juegos de Pekín, el del triunfo de España en la Eurocopa, el año de la resurrección azulgrana... pero más allá de los aspectos globales que nos afectan como miembros de una sociedad, ciudadanos de un país o vecinos de una ciudad, a la hora de la verdad acabamos por concluir que un año ha sido bueno o malo en función de nuestras experiencias personales, de lo que nosotros hemos vivido y sentido durante esos doce meses que ha tardado la Tierra en orbitar alrededor del sol, esos 365 días y pico en los que hemos experimentado una mezcla constante de emociones: instantes de felicidad y de tristeza, de euforia, de indignación y rabia, de desánimo, pero también de alegría, ilusión y de esperanza. De todo eso nadie se ha librado.
*
Hay años que pasan por nuestra vida sin pena ni gloria y años que siempre tendrán un significado especial porque marcarán momentos de nuestra existencia como ningún otro. Algunos recordarán el 2008 por haber encontrado el amor, por haber traído a un hijo al mundo, por haber superado una enfermedad, por un cambio de trabajo o -unos pocos- por haberles tocado la lotería. Pero como la felicidad es momentánea y dura menos que la desdicha, tengo la sensación de que los años que dejan huella en nuestra historia personal son aquellos en los que perdemos más que ganamos; el año en el que un ser querido se nos va y nos deja un vacío imposible de llenar, el año que se rompe nuestra relación de pareja o alguien que nos importa se queda sin trabajo, o no puede hacer frente a la hipoteca. Los problemas de todos quedan reducidos a nuestros problemas cotidianos, aunque unos puedan ser consecuencia de los otros.
*
Por eso, cuando estrenamos el nuevo año, lo hacemos con los rituales de siempre y una esperanza renovada. Entre uva y uva nos llenamos la boca de buenos propósitos, prometemos dejar de fumar, apuntarnos al gimnasio, acabar esa dieta que hemos empezado mil veces y claro, también pedimos buenos deseos con la esperanza de que este año sí nos sean concedidos. Es curioso como cuando somos niños pedimos utopías del estilo que se acaben el hambre y la guerra en el mundo, y cuando llegamos a adultos nos volvemos egoístas, sólo queremos salud, amor y dinero -en el orden que prefiera cada uno- que es en lo que resumimos nuestro estado de bienestar. Pero quizá en estos tiempos difíciles deberíamos conformarmos con desear no perder lo que tenemos y, sobre todo, a quienes más queremos. Así, pase lo que pase, el 2009 no sería tan malo como dicen que será.
*
[Ketty Calatayud, LA VANGUARDIA, 1-2 de enero de 2009]

No hay comentarios: