domingo

32.3 nuevo año, nuevos retos. actualidad en la prensa


nuevo año, nuevos retos
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Tal vez sea una especie de conjuro, eso del año Nuevo, la celebración de un nuevo año en el calencario de Occidente. Tal vez sea necesaria esa ceremonia ritual, despedirse de lo viejo y aceptar lo nuevo y por ello, desconocido. Ese medidor del tiempo que es el calendario -por algo se inventó- nos recuerda que cada tanto pasa una estación, primavera, verano, otoño e invierno con sus equinoccios y sus solsticios, en un ciclo permanente en un universo que no sabemos si permanecerá.
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Las medidas del ser humano son modestas y esas estaciones del tiempo resultan cercanas a lo humanamente comprensible; de manera que desde el nivel Tierra cabe celebrar cualquier cambio estacional que se nos ofrece. También se convierte en un acto simbólico, de dejar lo que ya no nos sirve y emprender nuevos senderos. En el trasfondo de esa fiesta de Año Nuevo existe un afán de confianza, la necesidad de creer que lo venidero será mejor que lo pasado, que los retos que se presenten serán realizables, que podremos trabajar con ese material de una manera creativa.
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Sin embargo, parece que las perspectivas, a escala económica mundial, son de un auténtico frenazo de la euforia que había acompañado a los países desarrollados durante la última década, la realidad es tozuda y se impone, y los desvergonzados malabarismos de las grandes finanzas han provocado un aterrizaje forzoso. Va a ser un año austero en lo que concierne al trabajo y a las comodidades a las que está acostumbrado este primer mundo. Pero tal vez ese batacazo sirva para tomar conciencia de que los recursos mundiales son limitados y que la avaricia de acumular las riquezas sea tenida como un delito grave.
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Hay, además, ese tercer mundo que no puede despegar por la mala gestión de sus propios gobiernos y también por una cierta connivencia del primer mundo. Tal vez sea ya la hora y el tiempo de una toma de conciencia universal de que la pobreza y la miseria de una parte de la población mundial son, además de una inmoralidad intolerable, un foco permanente de desestabilización de las sociedades.
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El germen de la confianza de que hablaba antes debería ir en la dirección de subsanar, antes que nada, la intolerable pobreza de toda esa parte de la humanidad. No debemos olvidar que vamos todos en la misma nave, y como en un solo cuerpo, cualquier injusticia que se dé afecta al cuerpo entero.
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Ojalá sea un buen año para todos sin excepción.
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[Remei Margarit, LA VANGUARDIA, 27 de diciembre de 2008]

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