una golondrina no hace verano
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Examinemos una palabra de vocación viajera, sigamos el vuelo de las golondrinas y averigüemos su ruta etimológica. Planeamos con ellas, nos lanzamos en picado, rasgamos el aire con un aleteo frenético, damos media vuelta con giros bruscos y nos unimos a una bandada que chilla con una alegría desaforada. Agotados por tanto derroche de energía, nos refugiamos en un nido y preguntamos a una veterana que empolla los huevos el porqué de su nombre. Esta es su respuesta:
-Mis antepasadas romanas se llamaban hirundo. Aunque a primera vista pueda parecer que no, lo cierto es que esta palabra todavía subyace en muchas versiones de mi nombre en las lenguas románicas. Casi siempre disfrazada con un diminutivo, como el francés hirondelle, el catalán oreneta (también oronella) o el occitano aranés arongla, irongleta. Golondrina es un cruce entre una forma muy desgastada de hirundo con alondra, un pájaro que no es de mi familia. El portugués evolucionó desde hirundinha hasta arondinha primero y andorinha después (andoriña en gallego), muy semejante al asturiano andarina, palabras muy graciosas todas ellas. Ah, y me dejaba el italiano, que pasó de (hi)rundine a rondine (esdrújula), aunque se tiende más al melodioso rondinella.
Puestos a preguntar, nos interesamos por el refrán Una primavera no hace verano, que es idéntico en varios idiomas (Uma andorinha não faz verão, One swallow does not make a summer, Eine Schwalbe macht noch keinen Sommer, etcétera). Nuestra golondrina lo achaca a la tradición. El latín (Una hirundo non facit ver) expresó lo mismo que hicieron el griego y otras lenguas desde muy antiguo. Otra variante cambia la golondrina por una flor: Unus flos non facit ver. Esto nos recuerda al catalán Una flor no fa estiu, que a menudo lleva a la coletilla Ni dues primavera. Algo mosqueada, nuestra interlocutora se queja de que las flores disputen a las golondrinas la representatividad de las primaveras y veranos.
La alternancia primavera/verano es más aparente que real, pues en algunas lenguas como el castellano o el gallego el verano era hace siglos un período de unas pocas semanas, cuando comienza la estación calurosa. Pero a nuestra amiga golondrina no le gusta que desviemos la atención. Quiere demostrar que pasarse la vida viajando le proporciona mucha experiencia sobre la vida y la conducta humanas. Por eso nos despide con un refrán portugués sobre el lado positivo de la adversidad: Por morrer uma andorinha, não acaba a Primavera.
Examinemos una palabra de vocación viajera, sigamos el vuelo de las golondrinas y averigüemos su ruta etimológica. Planeamos con ellas, nos lanzamos en picado, rasgamos el aire con un aleteo frenético, damos media vuelta con giros bruscos y nos unimos a una bandada que chilla con una alegría desaforada. Agotados por tanto derroche de energía, nos refugiamos en un nido y preguntamos a una veterana que empolla los huevos el porqué de su nombre. Esta es su respuesta:
-Mis antepasadas romanas se llamaban hirundo. Aunque a primera vista pueda parecer que no, lo cierto es que esta palabra todavía subyace en muchas versiones de mi nombre en las lenguas románicas. Casi siempre disfrazada con un diminutivo, como el francés hirondelle, el catalán oreneta (también oronella) o el occitano aranés arongla, irongleta. Golondrina es un cruce entre una forma muy desgastada de hirundo con alondra, un pájaro que no es de mi familia. El portugués evolucionó desde hirundinha hasta arondinha primero y andorinha después (andoriña en gallego), muy semejante al asturiano andarina, palabras muy graciosas todas ellas. Ah, y me dejaba el italiano, que pasó de (hi)rundine a rondine (esdrújula), aunque se tiende más al melodioso rondinella.
Puestos a preguntar, nos interesamos por el refrán Una primavera no hace verano, que es idéntico en varios idiomas (Uma andorinha não faz verão, One swallow does not make a summer, Eine Schwalbe macht noch keinen Sommer, etcétera). Nuestra golondrina lo achaca a la tradición. El latín (Una hirundo non facit ver) expresó lo mismo que hicieron el griego y otras lenguas desde muy antiguo. Otra variante cambia la golondrina por una flor: Unus flos non facit ver. Esto nos recuerda al catalán Una flor no fa estiu, que a menudo lleva a la coletilla Ni dues primavera. Algo mosqueada, nuestra interlocutora se queja de que las flores disputen a las golondrinas la representatividad de las primaveras y veranos.
La alternancia primavera/verano es más aparente que real, pues en algunas lenguas como el castellano o el gallego el verano era hace siglos un período de unas pocas semanas, cuando comienza la estación calurosa. Pero a nuestra amiga golondrina no le gusta que desviemos la atención. Quiere demostrar que pasarse la vida viajando le proporciona mucha experiencia sobre la vida y la conducta humanas. Por eso nos despide con un refrán portugués sobre el lado positivo de la adversidad: Por morrer uma andorinha, não acaba a Primavera.
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[Ramon Solsona, LA VANGUARDIA, 25 de julio de 2010.
Imagen en: http://www.sellosmundo.com/]
[Ramon Solsona, LA VANGUARDIA, 25 de julio de 2010.
Imagen en: http://www.sellosmundo.com/]
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