sábado

104.1 historia de un encuentro. actualidad en la prensa

Dos cartas publicadas en "La Vanguardia" permiten reencontrarse a Xavi y Olivia, dos jóvenes que habían cruzado su atracción en Menorca sin conocer más que sus nombres
una casualidad buscada

"Atónita. Me quedé... atónita...". Le habían escrito una carta tierna, llena de sensibilidad y deseos, describiéndola con delicadeza, casi con aroma de verano. Cargada de sentimientos que hacen languidecer. Como el final del verano. Terriblemente romántica. Y en la sección de Cartas de los Lectores de La Vanguardia. La primera.

Xavi, 32 años, licenciado en Historia del Arte, trabaja en una editorial. De vacaciones con su bici por Menorca, es de Barcelona.

"Tenía que escribir la carta, me gusta escribir. Y necesitaba hacerlo, para explicarme a mí y para decírselo a ella. Y no tenía otro modo de hacérselo llegar. No sabía su apellido, sólo tenía su nombre, Olivia. No podía buscarla de otro modo. ¿Facebook? No tenía datos suficientes. Podía guardar la carta en un cajón y esperar que la casualidad nos reencontrara en Barcelona o ir a por la suerte. Por eso la envié a La Vanguardia.

Olivia, 20 años, estudiante de enfermería, veraneante de Menorca y vecina de Barcelona. "En el barco de vuelta, donde me acababa de enterar de la carta por un SMS de un familiar, tuve tiempo de darle vueltas a qué hacer. Había tramontana. Estaba tan..., tan..., eso, atónita, bloqueada, que no sabía qué pensar siquiera. Y empecé la carta de respuesta. Pensando en las casualidades y cómo yo vi esos encuentros que explicaba en la carta desde el otro lado. Y al día siguiente me fui a La Vanguardia a llevar la carta, para intentar asegurarme de que se publicaba, pero me dijeron en recepción que llegaban muchas. Y pensé '¿dónde me estoy metiendo?', no sabía si iba a ser capaz de volver allí si no salía, volver a pasar por seguridad, la tarjeta. Y luego, todo ha sido un torbellino".

Toman té, él de canela, ella de frutas, en un precioso café del Gòtic. Y quieren dejar claro que aquí se acaba todo, que cuentan la historia previa y se detiene la narración. "El resto es nuestra vida. ¡Ah! y no, no somos parte de un anuncio relacionado con Menorca, el verano o lo que sea".
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Su nombre... Olivia
El verano está lleno de historias. Es martes 17 de agosto, y el sol pronto dejará de dorarme la piel en la playa menorquina de Cavalleria. Un impulso interno me lleva a intercambiar unas pocas palabras intrascendentes con ella y, a continuación, retomo mi marcha en bicicleta hasta el faro. Al bajar, la vuelvo a ver en la carretera esperando ser recogida en coche y, tras las gafas de sol, nuestros ojos vuelven a cruzarse huidizos.

Es sábado 21 de agosto, de noche, y he quedado en la entrada del pueblo de Sant Climent, que este fin de semana celebra sus fiestas. La noche avanza y otra vez la casualidad hace que coincidamos en una calle. Unas pocas palabras nos revelan el nombre del otro, y descubrimos que los dos estamos en Fornells y que somos de Barcelona.

Las reducidas dimensiones de la villa de Fornells nos ofrecen un tercer y último encuentro: la tarde del domingo 22. Ella lleva un vestido veraniego de franjas blancas y verdes que realzan el negro de sus cabellos, sus ojos y el color dorado de su piel. Al despedirnos, me doy cuenta de que algo de ella me ha atrapado y que, sin nada más que su nombre, la esperanza de un nuevo encuentro se diluye de una manera directamente proporcional a la infinidad de calles, plazas, tiendas, bares y restaurantes de la ciudad de Barcelona.

A pesar de ello, nada tiene por qué ser imposible, si se intenta, porque es la posibilidad de conseguir un sueño lo que hace que la vida sea realmente interesante
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XAVIER TRIADÓ (31 de agosto de 2010)

Su nombre... Xavi
Un verano más que termina. Vuelvo a hacer el recorrido hacia Maó para tomar el barco que me llevará hacia Barcelona. De camino, mi mente vuela pensando en todas las experiencias vividas en todos esos pueblecitos, playas, puertos... Mientras esperamos para embarcar tomo el móvil. Un mensaje de un número desconocido. Me habla de La Vanguardia, de una protagonista de una historia con mi nombre y el de mi playa favorita. No entiendo nada. Lo releo en voz alta. Los coches de la cola de al lado ya embarcan. No me lo pienso, salgo del coche y voy al quiosco del puerto a buscar el diario. Existencias agotadas. Mientras vuelvo, busco con la mirada, entre bolsas, bicicletas y familias, algun lector escondido. El conductor de nuestro lado está leyendo el diario. Se lo pido y busco nerviosa las cartas de los lectores. Acabo temblando. Soy yo y el es... el chico que me dijo que el barro de Cavalleria manchaba, mejor que me lo quitara con arena, el que me ofreció un vaso de pomada en las fiestas de Sant Climent, el que salía de la misma casa de la exposición de Fornells y quien me dijo que si nos volvíamos a ver me pediría el número de teléfono... ¿Increible? El verano tiene muchas historias, sí, y estos diferentes puntos de vista.

Por suerte a veces la realidad supera a la ficción, los sueños. E, incluso, la Barcelona de infinidad de calles, plazas, tiendas, bares y restaurantes puede ser el escenario perfecto para un último encuentro entre dos desconocidos que el azar presentó. Si se intenta, ¿por qué no?
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OLIVIA VARÓ (3 de septiembre de 2010)

[Ana MacPherson, LA VANGUARDIA, 4 de septiembre de 2010]

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