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92.1 bicentenario. méxico. actualidad en la prensa


hay motivos de celebración

"Nuestra pobreza puede medirse por el número y la suntuosidad de nuestras fiestas populares", dijo Octavio Paz.

Gritan los agoreros que los mexicanos no tienen nada que festejar al llegar al bicentenario del inicio de la guerra de independencia metidos hasta el cuello en la guerra contra el narco. Pero 200 años de nación libre y 100 de revolución, sí son buenas razones para celebrar.
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El historiador Lorenzo Meyer destaca que conmemorar el inicio del proceso que llevaría a que la Nueva España se convirtiera en los Estados Unidos Mexicanos debe ser ocasión para propiciar la reflexión sobre la naturaleza de los objetivos nacionales que los mexicanos han tenido en los últimos dos siglos y, sobre todo, debatir cuál podría ser el proyecto mexicano del siglo XXI. En principio, los festejos centenarios deben ser más el momento de las grandes ideas y menos el de los fuegos de artificio.

Dejemos los cantos apocalípticos y las loas oficialistas. Alejémonos del reduccionismo ideológico y las mezquindades partidistas. El Bicentenario está por encima de un Gobierno al que le cayó en suerte una conmemoración que es de todos y para todos una síntesis de lo que es el país, de su respeto a la bandera, a los símbolos que identifican a la nación. Muchas veces se ha dicho, casi como lugar común, que las élites están muy lejos del palpitar nacional y esta conmemoración es su botón de muestra.
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En los últimos meses ha recorrido México "una monumental ventana de la historia nacional", como se conoce a la película proyectada por siete cámaras en forma simultánea, que es un mosaico de imágenes en cuarta dimensión que se llama 200 años de ser orgullosamente mexicanos.

En esa pantalla de 100 metros de largo por 11 de alto, el director Daniel Gruener traza un recorrido histórico que empieza en la fundación de Tenochtitlán. El presente de México no se puede entender sin ese pasado prehispánico, y sin la épica de la Conquista y la sangre vertida, cuyas batallas se tiñen de rojo mientras las flechas de los aztecas vuelan de lado a lado. La mexicana es una historia llena de tragedias y episodios heroicos, de gestas que los siguen moldeando hasta hoy.
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Más de un millón y medio de personas han visto la película, compendio del origen y presente del país. Muchos de los que salen llorando dicen que durante la proyección se dieron cuenta de que eran "orgullosamente mexicanos" al estremecerse por primera vez cuando Jorge Negrete canta México Lindo, y siguen emocionándose si la oyen lejos de su país.

Lo ocurrido en las primeras horas del 16 de septiembre de 1810, hace dos siglos, en el pueblo de Dolores, en Guanajuato, fue apenas el punto de partida de un proceso violento y contradictorio que sólo 11 años más tarde desembocaría en la declaración de la independencia formal de la Nueva España, y que tomaría casi el resto del siglo dar forma a los requisitos mínimos para que la ex colonia empezara a funcionar como unidad nacional.
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La insurrección que se inició en México hace dos siglos no la dirigieron sectores populares sino esa parte de la élite insatisfecha con sus privilegios. Jaime Rodriguez, profesor de la Universidad de California en Irvine, en su libro Nosotros somos ahora los verdaderos españoles, interpreta lo acontecido hace dos siglos en la Nueva España al inicio del XIX no como una, sino como dos revoluciones que coincidieron, se combatieron y terminaron por cambiar la naturaleza política de México pero que, de inicio, ninguna pretendió la independencia de España. Si la mayoría de los novohispanos hubiera querido la independencia, la hubieran logrado fácilmente pero en el inicio no tenían como meta la separación.
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[Joaquim Ibarz, LA VANGUARDIA, 17 de septiembre de 2010.
En azul, imperativos]
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Vocabulario:
agorero, a -> quien predice o anuncia con poco fundamento, males o desdichas.
loa -> alabanza.
mezquindad -> falta de nobleza.
palpitar -> latir. Aquí, palpitar nacional, hace referencia al orgullo con que uno siente su patria.
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