viernes

107.1 ¿cambios en cuba? actualidad en la prensa


La apertura a la iniciativa privada y la relación más relajada con EE.UU. se hace notar en las calles de La Habana y más allá
los cambios alteran el paisaje de cuba
.
Vendedores de bisutería, calzado, CD y hamburguesas se arraciman en la calle 42, barrio de Miramar. Un ferry enorme suelta amarras en el muelle de La Habana Vieja ante la admiración general. Conductores impacientes aprietan el claxon en un atasco en el malecón. Miles de chavales hacen botellón en el Vedado... El paisaje cubano ha cambiado. Las reformas, la relación más relajada con Estados Unidos y el nuevo estilo de gobierno -junto con la evolución natural del país- tienen mucho que ver.

Hace dos meses, sólo un relojero y el hombre que rellena mecheros tenían puesto en el tramo de la 42 entre las avenidas Primera y Tercera de Miramar. Ahora la calle es un pequeño zoco a la caribeña, lo mismo que otros rincones de La Habana donde la cercanía de un mercado de alimentos o un centro comercial favorece la venta de lo que sea. Es uno de los efectos de la concesión, hasta el momento, de casi 75.000 licencias de cuentapropista tras la decisión de Raúl Castro de reabrir el grifo a la iniciativa privada.

La oferta en estos mercadillos es muy diversa, pero casi nunca falta un vendedor de discos y películas en CD y DVD. Las copias son piratas, aunque eso aquí no es problema. La televisión y los cines del Estado exhiben continuamente series y filmes norteamericanos sin pagar derechos. Paradojas del embargo.

Las cafeterías, puestos de comida rápida, y restaurantes se llevan la palma en la demanda de nuevas licencias: un 22% del total. También son numerosos los talleres de reparación que se anuncian con carteles hechos a mano.

Hasta aquí las alteraciones del paisaje a cuenta de las reformas internas. Menos directos, pero también importantes son los efectos del cambio político en EE.UU. sobre el panorama físico, económico y social de Cuba.

Lo que más se nota es el levantamiento de las restricciones a los viajes de los cubanoamericanos a la isla, decidido por Obama en el 2009 tras una fría era Bush en que los emigrados sólo podían volver a su patria una vez cada tres años. Ahora van cuando quieren, lo que, unido al fin de la prohibición de alojarse en los hoteles internacionales que pesaba sobre los cubanos hasta el 2008, ha creado un subsector de turismo familiar y nostálgico. Hace unos días la Casa Blanca anunció más facilidades, esta vez para las expediciones académicas y religiosas de estadounidenses, medida que Cuba ve "positiva" pero limitada.

El proyecto legislativo que persigue permitir las visitas de todos los ciudadanbos de EE.UU a Cuba está atascado, pero levanta expectativas. A ellas vinculan muchos economistas la intensa construcción de hoteles en Varadero, Cayo Santa María y Cayo Coco.

En la misma estela, una compañía española y otra británica acaban de abrir sendas líneas de cruceros por el Caribe con salida o parada en La Habana. A causa del embargo, los ferries habían dejado de amarrar en este puerto, salvo escalas esporádicas, desde el año 2006.

Cambios más generales en la fisonomía y el paisanaje son los que trae la evolución del país y del mundo Una evolución desigual también aquí, en este socialismo que busca adaptarse para no hundirse. De un lado, las dificultades económicas ralentizan el progreso de la isla, en cuyos núcleos más deprimidos la pobreza se palpa; de otro, cada día son más numerosos los vehículos en circulación, algunos muy caros.

Los multitudinarios botellones que cada fin de semana reúnen a miles de adolescentes en la calle G del Vedado son un enorme desmentido de los tópicos sobre la juventud cubana, cada vez más parecida a la de otros países de la zona. También ellos forman tribus, sigues las últimas tendencias estéticas, filosofan y tienen más héroes que el Che.

La calle, espejo del cambio.
.
[Fernando García, LA VANGUARDIA, 19 de enero de 2011.
Imagen en: http://milenuno.blogspot.com/]

No hay comentarios: