En abril, setas mil; en mayo setas a carros;
las de abril para mí, las de mayo para mi amo,
las de junio para ninguno (refrán popular).
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La palabra mudéjar procede del árabe y significa el que ha sido autorizado para quedarse; identifica al musulmán que vive en territorio cristiano. Pero el término arte mudéjar ha adquirido un sentido mas amplio que el arte realizado por los mudéjares: es una manifestación artística que se desarrolla en los territorios cristianos de la península Ibérica, a partir del siglo XII, con acusadas tradiciones islámicas, que se basa en la síntesis de ambas culturas, aunque, naturalmente, al servicio de los conquistadores. Genéricamente, elementos islámicos, en combinación con occidentales, se han identificado como formas mudéjares en el arte peninsular de la Edad Moderna. Como material, es característico el empleo del ladrillo, la madera para las cubiertas, y el yeso. Entre los elementos compositivos más típicos están las torres, que repiten los modelos de los alminares musulmanes. Pero son los elementos ornamentales los que más evidencian las referencias islámicas: los arcos ciegos, utilizados de forma decorativa en los muros, en busca de contrastes de luces y sombras que animen el plano; la sensación de ligereza, a lo que contribuye el uso de la cerámica, que brilla con el reflejo del sol, y la profusión de motivos que cubren todas las superficies. Aunque la función, sobre todo en el caso de los edificios religiosos, está vinculada a la liturgia cristiana, la manera de concebir el espacio presenta filiaciones musulmanas, como la compartimentación de los interiores a base de pantallas de arcos y columnas, como sucede en la sinagoga de Santa María la Blanca de Toledo. Una de las manifestaciones más características del arte mudéjar es la forma de cubrir las techumbres de sus edificios, a base de madera, formando el artesonado, ornamento a base de molduras que forman compartimentos cóncavos, cuadrados o rectangulares. Las techumbres pueden ser planas, a dos aguas o a cuatro aguas. La más común tiene forma de artesa, es decir, rectangular más estrecha en el fondo que en los extremos. Las primeras formas mudéjares aparecen en la arquitectura religiosa castellano-leonesa, donde el estilo alcanzará un gran desarrollo durante el siglo XIII. Un centro importante es Sahagún: allí se construyen las iglesias de San Lorenzo y San Tirso, con características torres ante la capilla mayor y cabeceras con arquerías. Otros modelos más o menos similares se dan en Castilla y León, al sur del Duero, como Arévalo o Madrigal de las Altas Torres. Pero el lugar crucial para la consolidación y difusión del mudejarismo castellano es Toledo, que constituye, ya en el XIII, pero sobre todo, en el siglo XIV, un singularísimo crisol, en la medida en que se produce una coexistencia cultural en una ciudad emblemática de la corona de Castilla: no hay que olvidar que el mudéjar es un arte de síntesis, que bebe de fuentes diversas. De hecho los motivos mudéjares aparecen en edificios destinados a los más variados usos, hasta el punto de que han llegado a ser considerados elementos identificadores de una cierta conciencia regional -o incluso nacional, castiza- más allá del tiempo. Esta asociación del mudéjar con un lugar, hasta convertirlo en seña de identidad histórica del mismo, se da igualmente en Aragón, donde destacan las construcciones de la ciudad de Teruel, como la catedral, con su artesonado, y las torres de San Pedro, San Salvador y San Martín, donde se combina el sentido religioso con el defensivo: en ellas destaca el variadísimo sentido decorativo que presentan en el exterior, organizando la superficie en distintos compartimentos.
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esto es, punto.es
joel nakuro
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