sábado

47. 5 echarse a la bardena. actualidad en la prensa

las bardenas. navarra
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Silencio es lo que experimenta también el viajero que recorre las Bardenas Reales, al sur de Navarra. No hace mucho tiempo aún era común en la zona de Tudela la expresión echarse a la bardena, como en otras zonas rurales se decía echarse al monte, para describir la huida hacia adelante de los que trataban de eludir la justicia. Y es que las Bardenas, comarca árida, inhóspita y desértica como pocas, sin pueblos ni caminos, siempre ofreció un buen cobijo a prófugos y bandidos. Uno de los más famosos que por aquí anduvo fue Sancho Rota, quien pasó a la eternidad con el apodo de Sanchicorrota. Según parece, Sanchicorrota, desertor de algún ejército aragonés del siglo XV, campó por sus respetos durante años erigiéndose en dueño y señor de la comarca y pueblos limítrofes, aprovechando que las tropas guerreaban en las luchas entre Agramonteses y Beaumonteses.
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Como cabía esperar de todo Robin Hood medieval, de Sanchico se dice que fue cruel con los que se le resistían y generoso con los pobres y con los que acataban su autoridad. Según la leyenda se suicidó antes de entregarse al enviado de Juan II, en 1452, después que un ejército de 200 hombres especialmente adiestrados acabara con su banda de bardeneros.
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Una capa de areniscas, asentada sobre un manto arcilloso -con alternancia de yesos y calizas-, unido a un clima árido en el que son frecuentes los aguaceros torrenciales, parece ser la receta geomorfológica que ha hecho de las Bardenas Reales un mundo mágico de formas caprichosas. Allí la erosión del agua y del viento han cavado durante siglos paisajes imaginarios (...).
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Bardenas, hay muchas. La Blanca, la más salvaje, ocupa toda la gran depresión salina central. Está recubierta por una pátina blanca en la que sólo despunta el verde oscuro de algunos espartales. En ella es donde los procesos de erosión se han empleado con mayor virulencia, dando lugar a los célebres cabezos, montículos arcillosos coronados por un sombrero de piedra arenisca, tan típicos de la zona.
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La Bardena Negra, la más meridional, empieza en las Bajadas del Rey. Recibe el nombre del suelo oscuro que la forma, menos salado que el anterior, en el que florecen algunos bosques de pino, romero y coscoja. Otras bardenas son la Lanzaduría y la gran meseta del Plano.
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[éste y el resto de fragmentos proceden del artículo "Nuestros desiertos", de Paco Nadal,
en ALTAÏR, nº 12, enero de 1994. Imagen: cabezo, en http://www.lasbardenas.com/cuevas/alojamiento3.htm]
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el desierto
(del álbum Bala perdida, canta Carlos Ann)
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me voy a vivir al desierto.
necesito polvo y agua de cactus,
el sudor salado
y las noches estrelladas,
mientras voltea por mi cabeza un buitre
que me recuerda a ti.
la ciudad está muy gastada.
las almas, agotadas.
no hay lugar para el reencuentro,
con el hombre que busco,
con el hombre que siento
necesito sequía para encontrar la salvación:
desierto seco.
aire, seco.
poemas, muy secos.
bebida seca.

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