jueves

47.3 sombrilla y barbacoa. actualidad en la prensa

tabernas y cabo de gata. almería
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Atardece, y los últimos bañistas van abandonando la playa del Monsul con la piel enrojecida por las horas de insolación. Siempre hubo turistas aquí durante los veranos, igual que en la playa de los Genoveses -cuyo nombre parece que proviene de una flotilla italiana que fondeó aquí -o en la de La Isleta, pero la estructura social de los visitantes ha variado últimamente. Hace unos años sólo unos cuantos chalados enamorados de estos paisajes yermos y algunos amantes del nudismo en busca de intimidad frecuentaban las playas del Cabo de Gata. Ahora que los espacios naturales se han puesto de moda y se ha arreglado la carretera que bordea toda la costa del parque, hordas familiares cargadas de sombrillas, barbacoas y tortillas de patatas han invadido las doradas playas de Gata, desplazando a los reservados nudistas hacia calas más recónditas, al pairo de miradas indiscretas y radiocasetes estridentes.
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Afortunadamente, paz y tranquilidad es lo que sobra en Gata. Basta acercarse a las pequeñas poblaciones del interior, como Fernán Pérez, Pozo del Fraile, Hortichuelas o Los Albaricoques, en ninguna de las cuales la población supera la docena de familias, para sentir la quietud del ánimo, a ritmo de siesta mexicana, que gobierna la vida del desierto almeriense.
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En Rodalquilar, un antiguo pueblo minero, los restos de las torretas de la mina, una larga hilera de casas abandonadas de apariencia fantasmagórica, los matorrales adueñándose de todo, y las torrenteras abriendo surcos en calles y carreteras, hablan del absoluto silencio y abandono de lo que antes hubo de ser un pueblo animado y populoso. Sólo la iglesia, reconstruida, despunta tragicómicamente entre tanta desidia. Hasta el mismísimo Steven Spielberg quedó prendado por la belleza del Cabo de Gata, y decidió rodar en la playa del Monsul la célebre secuencia en la que una avioneta ataca a Harrison Ford y Sean Connery, a la sazón Indiana Jones y papá Jones, en la película La última cruzada. Aún puede verse uno de los estrambóticos vehículos utilizados en el rodaje en el aparcamiento de un bar de carretera a medio camino entre Carboneras y Almería.
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De rodajes saben también bastante los vecinos de Tabernas. No en vano las duras praderas de Oklahoma, Texas o Dakota del Sur que hemos visto en infinidad de películas no son sino los alrededores de su pueblo, elegido como decorado natural por la industria del espagueti-western.
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Tabernas es un paisaje único e irrepetible. Dejando al margen el poblado indio y el fuerte confederado en el que el visitante puede sentirse John Wayne por unas horas, la zona es un compendio de todo lo que la imaginación pueda recrear. Un paisaje deshabitado, de apariencia lunar, que se pierde en el horizonte, surcado por cientos de torrenteras resecas, en las que la piedra desnuda y una mala vegetación xerofítica son los dos únicos elementos que se repiten hasta la saciedad. algunos cortijos abandonados, perdidos en la inmensidad del páramo marrón, hablan de trabajo duro, emigración y hambre.
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En Tabernas el desierto viene producido también por el tipo de suelo que forma la comarca. En general, se trata de margas y tierras arcillosas y salinas que dificultan enormemente el crecimiento de una cubierta vegetal mínima con la que el suelo pueda hacer frente a las lluvias torrenciales típicas de la zona.
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[Imagen superior: Desierto de Tabernas, en: http://www.lagarrofa.com/foto.htm.
Imagen inferior: fotograma de Indiana Jones y la última cruzada, en: http://www.nikonistas.com/digital/foro/index.php?showuser=14461]

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