viernes

73.1 bajo coste. actualidad en la prensa


la traición del 'low cost'

Quedan todavía diez o doce asientos vacíos, pero ya no caben más maletas. Pasajeros y azafatas van arriba y abajo a empellones. Semanas atrás, la compañía, que explota la ruta que conecta Barcelona con Nápoles, había anunciado que cobrará por cada maleta facturada. La consecuencia de tal decisión es que ahora todo el mundo sube al avión con el mayor número de bultos posible, como si viajara en un autobús de línea de los años 50. Los napolitanos son gente lanzada, rápida, discuten cualquier orden. Son tan amables y simpáticos como desconfiados de la autoridad. ¡Qué no van a hacer con un grupo de azafatas desbordadas! Finalmente, el caos remite, y el avión consigue salir sólo con media hora de retraso.
*
Se trata de un contratiempo benigno. Las cosas pueden ser mucho peores en el purgatorio en que se ha convertido volar en vacaciones. Y lo que es más grave: la intensidad de los contratiempos crece de año en año. Compañías que cierran y dejan colgadas a miles de personas con reserva; vuelos que se cancelan inexplicablemente; pasajeros que son recolocados de mala manera; grupos de jubilados que se pierden en aeropuertos mal señalizados; pasajeros a los que se les prohíbe ir al lavabo en pleno vuelo. La capacidad para sorprender al cliente es tal, que aparece el presidente de una compañía para decir que pronto los pasajeros viajen de pie y nadie se inmuta. Porque todo es verosímil en este negocio.
*
Nada de esto es nuevo. En la última década, y espoleados por el descenso en los precios de los carburantes, viajar en avión iba camino de convertirse en lo más vulgar del mundo. Pero la democratización del vuelo -su masificación- tenía un precio, la conversión de los aeropuertos en un espacio en el que los derechos más elementales son vulnerados. No se trata sólo del engorro que suponen las medidas de seguridad. Es también la facilidad con la que todo tipo de contrato es vulnerado sistemáticamente por el más fuerte, la compañía aérea.
*
Eso era cuando las cosas iban bien. Cuando las compañías ganaban dinero. En los últimos meses, con la recesión, las cosas han ido a peor, justamente entre las compañías que jugaban al bajo coste. Enfrentados a los precios galopantes del queroseno y a una crisis de demanda, estas compañías han sofisticado su manera de trabajar. Contratar hoy un billete en determinadas compañías puede llevar horas una vez que la mayor parte de las variables -el asiento, la fila, la hora, las tasas, el pago o no con tarjeta, la facturación y otras cosas más- son utilizadas por las compañías como elemento para incrementar los ingresos. El resultado final es que no se viaja en low cost, sino en una middle cost en la que, con suerte, uno no viajará con las rodillas del vecino de atrás clavadas en la espalda. A no ser que sea un napolitano simpático y, al final, tampoco importe demasiado.
*
[Ramon Aymerich, LA VANGUARDIA, 9 de enero de 2010.
Imagen: interior de un avión Iberia, en: http://charlitostenerife.com]
*
Vocabulario:
a empellones -> a empujones. De empellón, empujón fuerte que se da con el cuerpo para empujar a una persona o cosa.
purgatorio -> donde se pasan penalidades.
espolear -> activar, incitar, estimular a alguien. De espuela.
engorro -> molestia, impedimento.

1 comentario:

Unknown dijo...

Cuando uno reserva con una low cost ya sabe lo que le puede ocurrir, jajaj. Me ha gustado mucho el artículo, la verdad, y aunque tiene sus cosas negativas, muchos debemos el haber podido viajar como lo hemos hecho gracias a este tipo de compañías.