sábado

114.1 naufragio en el mar negro. actualidad en la prensa


El avión del dirigente comunista búlgaro Todor Jivkov servirá de atractivo para los submarinistas en el mar Negro
'naufragios del este'

El avión favorito del dictador comunista búlgaro Todor Jivkov fue sumergido ayer en la costa soleada del mar Negro para que sirva de atractivo turístico para los practicantes de buceo. Quizás esta debe ser la iniciativa más original en los países del Este de Europa para intentar sacar partido a las últimas reliquias del naufragado socialismo real.

El avión es un Túpolev 154 -el modelo civil construído más grande de la Unión Soviética y avión insignia de la compañía Aeroflot -que en su día llevó a bordo a Jivkov e invitados ilustres como Fidel Castro. Dejó de volar en el 1999, y fue encontrado, pudriéndose en un hangar, por un fotógrafo aficionado al submarinismo, Orlin Tsanev. Después de tres meses de negociaciones con las autoridades, el avión acabó en manos del club de buceo de Tsanev, que hundió ayer el aparato a 22 metros de profundidad y a unos 700 metros de la costa de Varna. La idea es que entorno del Túpolev, de 49 metros de longitud, crezca un escollo, se cubra de vegetación que atraiga a los peces y, detrás de ellos, a los aficionados a la immersión. Según la agencia Reuters, los clubs de buceo rusos ya se han interesado por esta nueva atracción.

Al margen de que tuviera avión privado, Todor Jivkov no destacó en la historia de los dirigentes comunistas por sus extravagancias. Fue posiblemente el más oscuro y desconocido, pero también el que más tiempo duró en la poltrona. Gobernó Bulgaria durante 35 años, con mano de hierro de una policía política hiperatrofiada (el Sexto Directorio) que tenía centenares de miles de agentes y una amplísima red de delatores, en un país de justo ocho millones de habitantes. Su caída -el 10 de noviembre de 1989- no fue tan cruenta como la del vecino Nicolae Ceausescu en Rumanía, ni encendió ánimos de venganza.
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Con 78 años, pudo retirarse como el venerable abuelo de todos los búlgaros. A pesar de un arresto domiciliario aparente, volvió a su pueblo natal de Právets -a unos 60 kilómetros de Sofía-, urbanizado y desprovisto del ambiente campestre que lo vió nacer, donde buen bien recibido y acogido hasta su muerte, en 1998. Právets continuó siendo un lugar de visita para curiosos, y también un centro de vacaciones. Como la costa de Varna donde ha ido a parar el avión, un destino tradicional de veraneo. Hace cuatro años, el yate de Jivkov fue vendido a una compañía que organiza cruceros por el Danubio.
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[Félix Flores, LA VANGUARDIA, 27 de mayo de 2011 (traducido del catalán). Imagen en: http://airlinergallery.nl/]

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