Guillermo Fesser descubrió en su libro 'A cien millas de Manhattan" a Tony Orza. un profesor galardonado por enseñar español en Rhinebeck, ciudad a la vera del Hudson
"que lloren ellos, no tú"
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Su abuela, "una vieja siciliana", le dio un consejo al inicio de su vida como profesor. "Que lloren ellos, no tú". Tony Orza, cuatro décadas después, no reprime las lágrimas al ver cómo le aclama el repleto auditorio de la high school de Rhinebeck.
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Sucedió el sábado, tras 37 años de ejercicio en este instituto de una pequeña ciudad al norte de Nueva York. Rhinebeck no es Arizona, queda lejos de esa tierra donde los hispanos -cuya influencia cada vez hace temblar más a la América profunda- se sienten criminalizados. No es Arizona, pero en este lugar a la ribera del Hudson, de casas ajardinadas, más de la población habla español. Y los protagonistas no son hispanos, ni hijos de inmigrantes fronterizos. Son yanquis con pedigrí. El milagro de Rhinebeck tiene un oficiante: Anthony Orza. "Aprendí más en dos cursos con él que en la universidad", dice Max. El cónsul Fernando Vilallonga acaba de imponer a Orza la gran cruz al Mérito Civil, máxima distinción que otorga España a un ciudadano extranjero.
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Su historia arranca hace 62 años en el Bronx neoyorquino, donde residían sus padres. Que sus peripecias le hagan merecedor de tal distinción se debe en gran parte a Guillermo Fesser, la mitad de Gomaespuma y residente en Rhinebeck por vínculos matrimoniales. Escribió A cien millas de Manhattan y ahí aparecía Orza. Al ministro Moratinos le entusiasmó la perseverancia de este hombre, "un humilde profesor, calvo y gordo", según la amistosa descripción de Fesser.
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No sólo desafió a los militares para no ir a Vietnam. También se "enfrentó" a su padre, que no entendía que estudiara la lengua de los recién llegados puertorriqueños. La madre, sin embargo, le dio sus ahorros. Así que en 1967 viajó a España, a aprender el idioma y la vida. En Salamanca besó por primera vez a una mujer.
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Salvado de la guerra, amaneció en Rhinebeck, en 1972. En la Semana Santa de 1973 organizó el primer viaje a su otro país con sus alumnos. Allí intimó con Paula, una compañera con la que se casó en 1974. Orza sonríe: "Yo tenía una buena mata de pelo y pesaba 40 kilos menos. En Torremolinos, a ella se le pasó la hora del desayuno. La invité".
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Aquellos fueron los inicios que le han conducido a esta fiesta. Recibe un sinfín de felicitaciones de ex alumnos ahora padres con hijos que están bajo su disciplina, al menos un curso más. Espera jubilarse en el 2011. Disciplina y devoción son las dos palabras que destacan del profesor. Su estilo es exigente, cada día hay deberes, y en el aula no se oye ni una palabra en inglés desde el primer segundo del primer día.
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Entre tanto abrazo, a Tony Orza no le apetece recordar los pocos momentos malos. "A los jóvenes no les puedes aburrir. Mis clases siempre las he organizado como telenovelas". Hay quien, a veces, no ha entendido este juego. Esto le supuso recibir sanciones e incluso tener que asistir a terapia sexual. "La mayoría de la gente está aquí, conmigo", sentencia.
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Tony Orza ya no recurre a las canciones de Paloma San Basilio -"se las ponía a los padres de mis alumnos actuales"-, pero el 5 de julio emprenderá otro viaje a España con ellos, cinco semanas. "Me siento bendecido", asegura antes de que lo arrastre la ola de parabienes. "Nunca, al regresar a casa, le he dicho a mi mujer que estos chicos me vuelven loco".
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[Francesc Peirón, LA VANGUARDIA, 4 de junio de 2010]
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Vocabulario:
ajardinado, a -> terreno convertido en jardín. Casas ajardinadas, casas con jardín.
mata de pelo -> gran porción de la cabellera. Cabellera muy densa.
arrastrar -> aquí, llevar a alguien (o algo) tras sí.
parabién -> felicitación, enhorabuena. Más común en plural, como en el texto -> parabienes.
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