martes

19.6 mujeres al borde... actualidad en la red


Pepa –Carmen Maura- quiere alquilar su piso para dejar atrás todos los recuerdos de la relación que tuvo con Iván –Fernando Guillén-. Pero antes, desesperada ante el dolor que supone la ruptura, quiere hablar a toda costa con Iván, y más cuando se entera que está embarazada. Pero Iván no quiere aparecer, y sólo se comunican con mensajes en los contestadores de voz. Mientras, el hijo de Iván –Antonio Banderas- y su pareja –Rossy de Palma- se interesan por le piso que vende Pepa; mientras que Candela –María Barranco-, una amiga de Pepa, está preocupada porque se enamoró de un terrorista chiíta sin saber que lo era, y ahora está convencida de que la policía la busca, y, por otro lado,... Y la cosa se sigue enredando con la ex mujer de Iván –Julieta Serrano-, y con la abogada del divorcio –Kiti Manver- que es la que está ahora con Iván, y con la que se va a Estocolmo, y... En definitiva, que allí aparecen todas menos Iván que opta por estar “desaparecido”.
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Entre los innumerables premios, nacionales e internacionales – entre otros la nominación al Oscar como película de habla no inglesa-, de los que fue objeto la película, su director y parte del equipo, tanto técnico como artístico, caven destacar las 15 nominaciones a los Goya, de las cuales, cinco se hicieron realidad: Mejor Película, Mejor Guión, Mejor Actriz (Carmen Maura), Mejor Actriz de Reparto (María Barranco) y Mejor Montaje (José Salcedo). Almodóvar, nominado al mejor director, no pudo hacerse con él pues se lo llevó Gonzalo Suárez por Remando al viento. Ignoro cómo se sintió Almodóvar en ese momento, pero está claro que si se gana el premio a la mejor película, en cierta manera, quien lo gana, aparte de la productora, es también el director.
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Mujeres al borde de un ataque de nervios es un drama pasional que se va desarrollando entre cómicas situaciones perpendiculares a la desgracia de Pepa; es el calvario de una mujer que ve cómo su amor se desvanece, mientras su alrededor es un auténtico caos típico de comedia de enredo perfectamente hilvanada, con entradas y salidas, de idas y venidas a un ritmo ágil, ameno, que impide el aburrimiento. Y, por si fuera poco, aderezado con unos diálogos puramente almodovarianos, dichos por unos personajes originales e intransferibles, típicos ya de las películas del director manchego. Tan típicos ellos en su cine como esa imagen entre moderna y clásica de toda la vida española que impregna cada fotograma y lo convierte en parte del encanto de sus películas, convirtiéndole en lo que se dio en llamar años atrás, allá en Francia, un autor. La originalidad del cine de Almodóvar radica en que presenta un excelente y energético plato de judiones o de cocido con el look de la nueva cocina de diseño.
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Durante la película se van sucediendo los acontecimientos apenas sin respiro, sin pausa. Y sólo cuando existe cierto frenazo en la acción física, para dar paso a escenas más íntimas, es entonces cuando Pedro hace gala de su destreza con la cámara, con su visión de los detalles, para convertir algo que podría ser insustancial en sí, en algo bastante imaginativo; aunque para ello tenga que colocar la cámara alejándose de la realidad. Estoy refiriéndome a planos como el detalle de una boca y un micrófono cuando Iván está doblando una parte de la mítica película Johnny Guitar o cuando Pepa, que dobla más tarde la réplica de esa misma película, la cámara, cenital, recorre el haz de luz que sale del proyector y pasa por encima de ella. En realidad lo que el director está haciendo es transmitir sensaciones, sentimientos sólo con el uso de la cámara y con una banda sonora siempre acertada. Por cierto, otro guiño de Almodóvar a una película clásica, aparte de lo de Johnny Guitar, es el de la chica que baila mientras Pepa observa ante la casa de la ex mujer de Iván, algo que ya hizo Alfred Hitchcock en La ventana indiscreta.
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Y si habría que destacar una escena mítica en Mujeres al borde de un ataque de nervios para la posteridad, sin duda sería la de la cama quemándose. No sé si Almodóvar quiso darle algún significado concreto -imagino que sí-, pero lo cierto es que está de lo más acertado que se queme precisamente la cama, precisamente ahora que está rompiéndose su relación, dónde Pepa ha sido amada y ha amado, mientras que ella se queda hipnotizada ante esas llamas y se va purificando por dentro, pasando página, quemando el pasado reciente. Y para rematar, mas tarde, es en ese mismo escenario, ante esa misma cama quemada donde la pena se hizo cenizas, dónde Carlos, el hijo de Iván, sujetando una foto de Iván y Pepa, como testigo de la felicidad pasada, de la pareja que ya no existe, conoce a Pepa.
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(minuto 10)
La recepcionista (Loles León) del estudio de doblaje a Pepa (Carmen Maura), con un café en la mano:
La recepcionista: Pero ¡qué morrazo tienes Pepa...!
Pepa: ¿Me pones con este número, por favor?
R: ¡No tienes ningun derecho a hacer esto, Pepa!.
P: No importa. Márcamelo.
R: Te estás poniendo en evidencia, Pepa...
P: Ya me he puesto bastante, así que un poquito más, no importa...
R: ¿Has llorado, no?
P: Si.
R: ¿Ves? ¿Lo ves?. Yo ya lo sabía, Pepa.
P: ¡Oye! O me lo marcas tú, o llamo desde la calle que me están esperando en el estudio, osea que tu verás...
R: ¡Uy! Si, si... perdón, perdón...Servidora esta aquí para eso ¿eh?, el café puede esperar. He desayunado mucho yo, en los últimos años... El número de la otra... sí, si... No aprende. Ella no aprende. Ella no. Ella no es profesora como otras... Ella... nada...
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(minuto 23)
Pepa, en casa, está desesperada. Quiere comprobar el número de teléfono que tiene en las manos, el que ha cogido de recepción, para saber desde dónde ha llamado y ver si coincide con alguna dirección que conozca, quizás la de Iván.
Pepa: Almagro, 38... Almagro, 38... 4100430... 4100430... ¡Claro, es la misma que me insultó esta mañana!
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Mientras espera, está viendo la televisión. Pasan el anuncio del detergente Ecce Omo que protagoniza:
Madre del asesino: Hola, soy la madre del famoso asesino de Cuatrocaminos. Cuando mi hijo vuelve a casa después de cometer uno de sus famosísimos crímenes, me trae la ropa, que es una pena, eh...
Llaman a la puerta y aparecen dos policías de paisano:
Madre...: ¿qué...?
Policía 1: ¿Dónde está la ropa que llevaba su hijo anoche...?
Policía 2: ...en el momento del crimen?
M: Pues aquí está. ¡Mire qué hermosura!
P 1: ¡Ni rastro de sangre!
P 2: ¡Ni de vísceras!
P 1: ¡parece mentira!
M: "Ecce omo". Parece mentira.
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Seguidamente, sonido horario, y careta del telediario (la locutora es la madre de Pedro Almodóvar):
Locutora: Un grupo armado chiíta ha sido capturado hoy en Madrid según informan fuentes policiales. Un portavoz de la comunidad chiíta residente en Madrid, asegura que dicho comando actuaba por cuenta propia sin la menor vinculación con dicha comunidad. Las mismas fuentes policiales han prometido mayor información para las próximas horas una vez terminados los interrogatorios.
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(minuto 30)
Pepa llega a casa...
P: Por favor, Dios, que haya llamado...
Se refiere a Iván, con el que no coincide en todo el día, ni en el estudio de grabación, ni por teléfono. Consulta el contestador, pero se encuentra que sólo hay mensajes de Candela (María Barranco), una amiga:
Candela: [Pepa, Pepa... Son las 5 de la mañana, estoy enfrente de tu casa y tú no estás...]
Hay, por supuesto, varios mensajes de Candela.
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P: ¡Qué pesada de mujer!
Al final, harta y desesperada, lanza el teléfono por la ventana del salón, que da a la terraza del ático en que vive. Justo entonces, suena el timbre de la puerta. Es Candela.
Pepa: ¡Ah, eres tú!
Candela: Te he 'dejao' mil 'recaos'...
P: Sí, ya lo he oído... ¡Qué pesada estás!
C: ¡A mi no me digas eso, que ahora mismo cojo la puerta y me voy!
P: Anda, entra. Que he estado fuera toda la noche.
C: Yo también.
P: Entonces, nos vendrá bien un café.
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Candela se fija en que hay una maleta preparada, la de Iván.
C: ¿Te vas?
P: Es de Iván. Me deja...
C: ¡Pues estamos buenas!
P: Desde que no te veo, me ha pasado de todo.
C: A mí también.
P: ¿Has estado trabajando fuera?
C: ¡No!, qué va... Es que no te lo podía contar por teléfono...
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Pepa la interrumpe:
P: ¡El teléfono!
C: Si...
P: Acabo de romperlo. ¡Dios mío! Tengo que llamar a averías.
C: Pero Pepa, ¿me puedo quedar aquí?
P: Sí, sí...
C: ¡Es que estoy 'metía' en un apuro muy gordo, Pepa!
P: Pues ahora me lo cuentas. Vete preparando el café. Qué pesada estás hoy ¿no?
C: ¡Pepa!
P: ¿Sí...?
Pepa sale por la puerta. Ya no puede escuchar a Candela.
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C: No me digas 'pesá', que estoy 'mu' sensible...
Candela mira alrededor. Ahora se da cuenta del desorden que hay.
C: ¡Por Dios...! ¡Uy...! Esto parece cosa de terrorismo... ¡Uy, el teléfono (está en la terraza, tirado). Titas titas titas... (a las gallinas). ¡Anda! pero si esto no es normal...
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Suena el timbre de la puerta:
C: ¡La policía! Estoy 'perdía'.
De nuevo suena el timbre. A través de la puerta, se escucha una voz. Mira por la mirilla, y ve a un chico joven:
Voz 1: Buenos días.
C: ¡Ahhh! (asustada)
Voz 2: ¡Abra! Sabemos que está ahí.
C: ¿Qué querían?
V 1: Veníamos a ver el piso.
C: ¿Qué piso?
V 1: Éste.
C: ¿'Pa' qué?
V 2: Para alquilarlo, ¿para qué va a ser?
V 1: Nos manda la agencia (tartamudea) Urbis.
C: Ah, en todo caso
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Entra una pareja joven. Ella (Rossy de Palma), muy arrogante, quejica. Él (Antonio Banderas) un chico dominado, que tartamudea cuando se pone nervioso.
C: Pasen, pasen. Yo no vivo aquí. La dueña es que ha bajado hace un momento.
Marisa: ¡Carlos! (da un rodeo con la vista)
Carlos: ¿Sí, mi amor?
M: Esto no me gusta. Está muy alto.
Carlos: ¿Qué esperabas cariño?, es un ático.
M: Debe costar un ojo de la cara.
C: Carísimo, carísimo.
Carlos: Pues, es un sitio maravilloso.
M: Yo lo que quiero, es una casa. Y esto no es una casa casa.
C: La muchacha tiene razón, yo creo que...
M: No me de la razón. Y deje de llamarme "muchacha".
M: Carlos...
Marisa está frente al dormitorio de Pepa, donde puede ver la cama quemada.
Carlos: ¿Sí, cariño?
M: Y esto ¿qué? También te parece maravilloso, ¿no?
Carlos: Joder...
C: ¡Ay la Pepa! ¡Cómo es!
M: Vámonos por favor, vámonos. Carlos, Carlos...
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