lunes

58.2 una partida de dominó. actualidad en la prensa


la vuelta al dominó

En una comida veraniega al aire libre, con buen vino, buena vista y buena mesa, un grupo de amigos comentaba la importancia creciente de los abuelos en la educación de los nietos: "Los jóvenes tienen demasiada información, por esto se creen más inteligentes. Pero muchos no tienen ni formación ni valores, y les dirigen las emociones. Además, algunos padres son poco admirables, con lo que la necesidad de los abuelos es aún mayor". Abuelos y nietos se entienden y enriquecen: el abuelo aporta el pasado y el nieto el futuro. Además, hoy el joven está más necesitado que nunca de que se le enseñe y atienda, porque casi nadie le dedica tiempo.
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El verano es la época del año más indicada para aprender a convivir. Sin embargo, muchos niños están "aprendiendo idiomas" en algún lugar del mundo rodeados de otros españoles. Y los que no se han ido, en ocasiones llevan vidas paralelas a los padres, porque salen por la noche y duermen por la mañana, mientras los padres están en la playa.
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La convivencia requiere de un mínimo plan de padres e hijos juntos, y unos hábitos que enseñar. Poco aprenderán a convivir si viven en familia como en un hotel, sin encargos ni responsabilidades. Si los niños y jóvenes no aprenden en casa, no sabrán convivir tampoco en la empresa, ni en la sociedad, ni aprenderán a salir de sí mismos para construir futuras relaciones de compromiso. La convivencia es una de las principales asignaturas pendientes de la sociedad individualista y consumista en que vivimos, en la que el ocio es consumo. Abrir los comercios los domingos ha llevado a que muchos padres no sepan hacer nada más que pasar la tarde en un centro comercial. Los jóvenes, solos, enganchados a la PlayStation, a internet y a la moto, se comunican a través de máquinas y necesitan el alcohol cada vez a más temprana edad para entablar relaciones sociales. La adrenalina que buscan al jugar contra una máquina es la misma que buscan cuando corren en moto. El enganche es siempre el mismo: superarse y ganar, y de ahí no salen.
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El verano puede ayudar a retomar buenos hábitos. Si se tiene la fortuna de poder estar juntos unos días tres generaciones, se pueden intercambiar incluso las distintas formas de ocio: que el dominó de los abuelos enganche a los que van al outlet, y que los más jóvenes enseñen cómo manejar el ordenador a los mayores, coordinando el ratón con la pantalla. Si los abuelos aprenden de los nietos, ¿por qué no al revés? Así, podrán comunicarse con ellos con sus propias herramientas: "Abuelo, ¡te escribo para que me contestes!".
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El tiempo de descanso es una oportunidad para redescubrir el sentido de nuestra vida y replanificarla según nuestras verdaderas prioridades. Muchas veces consideramos trabajo tan sólo la actividad remunerada y lo vivimos como no vida, algo así como "ir a galeras". Pero, remunerado o no, todo trabajo es vida, y hay que integrar trabajo y ocio para que nuestra vida tenga sentido. Vivir frustrados once meses al año mirando tan sólo los días que nos quedan de vacaciones, eso sí que es no vivir. El primer paso es aprender a pararnos y convivir con nosotros mismos, ya que no estamos habituados a hacerlo. Sólo entonces podremos adaptarnos y aprender a convivir con otros. ¿Por qué no empezar por lo más simple? Recuperemos las tardes con buena lectura y volvamos a llenarlas con el encanto y el ruido del dominó, del parchís o del siete y medio. Es un plan simple, eficaz y a coste cero.
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[N. Chinchilla y M. Moragas, LA VANGUARDIA, 19 de agosto de 2009]
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Vocabulario:
enganchado -> aficionado o adicto a algo.
entablar -> iniciar, mantener.
dominó -> juego de mesa, que consta de 28 fichas rectangulares divididas en dos cuadrados (ver imagen superior).
remunerado, a -> pagado, recompensado por un trabajo o servicio.
parchís -> juego de mesa, que consta de un tablero con cuatro salidas, de diferente color. Cada jugador dispone de cuatro fichas del mismo color, y debe hacerlas llegar a la casilla central, desplazándoles según indique el dado.
siete y medio -> juego de cartas, en el que la puntuación máxima debe ser siete y medio. Las figuras (sota, caballo y rey) cuentan como medio. Gana quien más se acerque al siete y medio.

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