A mí, Popeye me gusta cuando es un personaje de historietas o de dibujos animados, de trazo simple. Cuando come espinacas, los bíceps se le desarrollan enseguida, prominentes, exagerados en contraste con el resto del cuerpo. Me gusta su gorra de marinero, su pipa, cómo su mandíbula la aguanta, y me gustan sus sobrinos, muestra de que la genética es implacable. Me gusta Cocoliso. Me encanta la cara redonda y con nariz respingona de Olivia (Rosario, la llaman a veces) y su cuerpo delgadísimo. La cara del malo, Bluto (Brutus, a veces), es airada y potente, con pelo y barba negros y rizados. Es un tipo de dibujo limpio, habitual entre las dos guerras mundiales a ambos lados del Atlántico y del que Joost Swarte, con la lógica evolución, es un limpio heredero.
Quizás por eso, cuando en 1980 Robin Williams se puso a hacer de Popeye me repugnó. Me ha pasado lo mismo con Obélix y Astérix, con Mortadelo y Filemón y con los Picapiedra, por mucho que las películas las dirijan Robert Altman o las interpreten John Goodman o Gérard Dépardieu. No he visto nunca que un personaje de historieta -con la estilización que le permite su irrealidad- funcione cuando pasa a interpretarlo un actor. No es así por mucho que se esfuercen, por mucho que crean que, hoy, los efectos especiales del cine igualan la capacidad imaginativa del dibujante. Por eso el Popeye de Robin Williams y Robert Altman pasó sin pena ni gloria.
Ahora Sony quiere resucitarlo. Por fortuna, una vez aprendida la lección, esta vez ningún actor le dará vida. La película será de dibujos animados, hecho del que cabría alegrarse si no fuese porque -no hay rosa sin espinas- quieren rodarlo en tres dimensiones. Qué pesaditos están con el 3D, un gimmick puro para quien, en una película, busca efecto y no esencia. El 3D empezó en los inicios del cine y una vez tras otra hizo mucho ruido y dio pocas nueces. No cuajó a finales del XIX, no cuajó cuando intentaron resucitarlo en los cincuenta, no cuajó en los ochenta, cuando de nuevo lo intentaron, y tampoco en los noventa.
Ahora, con Avatar, ya dan la victoria por segura, y por eso el Colegio de Ópticos Optometristas de Andalucía se apresuró, cuando la estrenaron, a avisar de los riesgos que el 3D supone para personas con problemas visuales como el estrabismo o el ojo vago. Pero los promotores del 3D están convencidos de que esta vez sí lo han conseguido, olvidando que también en los cincuenta algunas películas en 3D triunfaron y luego la moda pasó. Pero, bueno, esta nueva película sí que iré a verla: para quitarme el recuerdo nefasto de Robin Williams intentando suplantar a Popeye. Además, cabe la esperanza de que, en un primerísimo plano, Popeye gire de repente la cara en un recorrido de 180 grados y su pipa -proyectada hacia nosotros si realmente la película es de 3D- cercene las cabezas de media platea.
[Quim Monzó, LA VANGUARDIA, 1 de mayo de 2010.
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Vocabulario:
Vocabulario:
trazo -> línea, raya; forma de letra manuscrita.
prominente -> que sobresale.
respingón, a -> nariz que tiene la punta hacia arriba.
delgadísimo -> superlativo de delgado.
mucho ruido y pocas nueces -> expresión que hace referencia al poco resultado obtenido a pesar del enorme esfuerzo dedicado.
cuajar -> coagular; aquí, tener efecto una cosa.
primerísimo -> superlativo de primero.
cercenar -> cortar los extremos de algo.
platea -> patio o parte baja de los teatros o cines.
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