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30.3 escapada a un parador. actualidad en la red


paradores
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Corría el año 1910 cuando el gobierno encargó al Marqués de la Vega Inclán el proyecto de crear una estructura hotelera, por aquel entonces prácticamente inexistente en el país, que diera hospedaje a los excursionistas y mejorara la imagen internacional de España.
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En 1926, siguiendo este proyecto y desde la Comisaría Regia de Turismo creada en 1911, De la Vega Inclán impulsó la construcción de un alojamiento en la sierra de Gredos, que abriese al turismo las maravillas del paisaje de este lugar.
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La idea entusiasmó al Rey Alfonso XIII, quien personalmente eligió el emplazamiento. En agosto de ese mismo año comenzaron las obras que se culminaron el 9 de octubre de 1928 con la inauguración, por él mismo, del que se convertiría en el primer establecimiento de la posterior red de Paradores de España, el Parador de Gredos.
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Inaugurado este primer establecimiento, se constituye la "Junta de Paradores y Hosterías del Reino" y los esfuerzos se encaminan a perfeccionar la idea original y servirse de escogidos monumentos histórico artísticos y parajes de gran belleza natural para instalar nuevos Paradores.
La coyuntura de los felices años veinte, los resultados de la primera gestión y la inminente Exposición Ibero-Americana afianzaron el proyecto y animaron a la construcción de nuevos paradores, ya en edificios monumentales, como los inaugurados en Oropesa (1930), Úbeda (1930), Ciudad Rodrigo (1931) o Mérida (1933), entre otros. Al mismo tiempo, los primeros albergues de carretera que se fueron integrando en la Red también abrían al público, como Manzanares (1932), Bailén (1933) ó Benicarló (1935).

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Con el transcurrir de los años fueron extendiéndose los Paradores por todo el territorio nacional. Fue una época también marcada por el desarrollo de infraestructuras como carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, puertos...
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La Guerra Civil significó, naturalmente, no sólo un estancamiento sino un retroceso para el turismo. Algunas de las infraestructuras de la Red fueron dañadas o utilizadas como hospitales, pero una vez terminada la contienda, se afianzó la idea y se ofreció un nuevo impulso, con la restauración y reapertura de los paradores existentes.
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Durante el período posterior a la guerra, se crearon Paradores con diversos fines, entre otros la difusión de los escenarios más importantes de la contienda, caso del Parador de Andujar, así como otros cuyo objetivo era para potenciar los atractivos turísticos del país. La conversión del Convento de San Francisco de Granada, situado en el corazón del recinto de la Alhambra, hoy uno de los Paradores más atractivos, tuvo lugar en esos años (1945). Lo mismo ocurrió en otros entornos turísticos, como Santillana del Mar (1946), Málaga, con el Parador de Gibralfaro (1948), o Pontevedra (1955).
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Sin embargo, el mayor proceso expansivo se produjo en la década de los 60, coincidiendo con el importante desarrollo turístico que vivió el país. En esos años, la Red de Paradores pasó de 40 a 83 establecimientos. Entre otros, fueron inaugurados Córdoba (1960), Cañadas del Teide (1960), Jaén (1965), Guadalupe (1965), Nerja (1965), Aiguablava (1966), Ávila (1966), Olite (1966), El Saler (1966), Vielha (1966), Gijón (1967), Zafra (1968), Hondarribia (1968) o Toledo (1968).
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La época de la transición española supuso el cambio de titularidad de la Dirección General de Paradores, y sobre todo, su dependencia administrativa. Se planteó una amplía reestructuración, cerrándose algunas instalaciones obsoletas o muy alejadas de las rutas habituales y por tanto muy deficitarias, y se revisaron los criterios de explotación, para mejorar la rentabilidad. En estos años, Paradores es escenario de actos tan importantes como la elaboración del borrador de la Constitución en el Parador de Gredos (1978), la firma del anteproyecto del estatuto de Cataluña en el Parador de Vic (1978) o la del estatuto Autonómico de Andalucía, en Carmona (1980). Pero las aperturas se siguen produciendo. Entre ellas, algunas tan destacadas como Sigüenza (1976), Carmona (1976), Cardona (1976), Tortosa (1976), Almagro (1977), Seu d’Urgell (1977) o Segovia (1979).
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En los 80 entran a formar parte de la Red de Paradores algunos hoteles de la cadena pública Entursa. Entre ellos, establecimientos tan emblemáticos como el Hostal de los Reyes Católicos (Santiago), el Hostal de San Marcos (León) y el Hotel La Muralla (Ceuta). Tanto Santiago como León han mantenido durante todos estos años su categoría de hotel de cinco estrellas gran lujo. Al tiempo, abren Salamanca (1981), El Hierro (1981), Chinchón (1982), Trujillo (1984) y Cáceres (1989).
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